Lago congelado II

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La mente de Izuku estaba concentrada en esas tres cosas, sus ojos verdes fijaban sin parpadeo dentro de la caja de madera en sus muslos.

"¿Por qué me da esto ahora? Discutimos hace más de dos semanas, no nos hemos dirigido la palabra ya..."

Había manejado como podía su determinación de desaparecer lo más que podía de la vida del alfa. Evitaba las zonas donde podría concurrir con él, pero no era 100% certero, después de todo vivían en la misma tribu y era más habitual chocar miradas.

Suelen decir que los ojos son la ventana del alma y en esas ocasiones solo descifraba un inquietante mirar sombrío, no como cuando forcejearon en la habitación, las últimas veces que percibió a Katsuki su mirada se veía más apagada y apática.

Izuku se llevó una mano al cuello acariciando su marca de nacimiento con inquietud.

―¿Ocurre algo? ―Preguntó Ochako extrañada.

―No lo sé... ―dijo Izuku con una mueca, ya no fingiría que todo estaba bien cuando no era así, pero tampoco asumía que era la anomalía para dar una respuesta concreta.

Rhava que estaba echado se levantó y acercó a Izuku olisqueando su hombro y dando una mordida en su abrigo, el henki lucía incluso más inquieto. Izuku le miró de reojo con complicidad y retomó a la caja tratando de descifrar su contenido.

Sacó el anillo de bodas otra vez, lo sostuvo entre dedos mirando el oro blanco grabado y la dimensión que era más grande que el que traía puesto, después de todo sus manos eran más pequeñas.

"Yo, Katsuki Bakugo, líder de Kunnarta protector de los desamparados y guía de los perdidos, prometo serte fiel como esposo, cuidar de ti, amarte y protegerte a capa y escudo frente a cualquier peligro latente, hasta que la abuela tierra nos convierta en polvo."

Recordaba esos votos de matrimonio, a pesar de que no fueron con el tono más ideal y enamorado en ese entonces lo tomó bastante en serio.

Aquella ocasión fue una ceremonia desastrosa, ninguno de los dos quería casarse por un motivo que en un punto les hizo reír la ironía. Katsuki tuvo que acceder por el hecho de que era por el bien de su tribu, ahora no parecía con la misma disposición de ese cachorro que venía en camino por una omega que no era su pareja. La sonrisa melancólica desapareció de los labios de Izuku.

"Logré recuperarlo, esto simboliza lo mucho que me importas, con o sin hijos eres mi omega, mi esposo, mi todo... Eso no va cambiar, podremos seguir adelante, todo estará bien".

Katsuki en más de una ocasión había protegido su anillo, lo recuperó de Momo cuando lo usurpó en su momento de amnesia; lo recogió de las celdas del castillo de Gudrun, ese juego de anillos era tan importante...

"Si lo dejas ahora... es porque no puedes sostener este matrimonio, discutimos hace varios días, ¿por qué hasta ahora me lo entregas?"

"Yo, Katsuki Bakugo, líder de Kunnarta protector de los desamparados y guía de los perdidos..."

Se repitió en la mente el inicio de ese voto de matrimonio y algo hizo click en su cabeza.

"¿Estás renunciando a ser líder también?"

Su reacción estaba perturbada por recordar cómo le echó en cara que prefería a esa tribu que el amor que tenía por él, mencionándole que él mismo había renunciado a su reino y su familia por el alfa en otra vida.

La bufanda en caja solo le corroborara que era un signo de renuncia, la levantó de nuevo con el anillo encima de la tela. Katsuki siempre le especificó el orgullo que era esa bufanda y por el legado que su padre le había dejado, era un recuerdo bonito que conservaba desde su niñez; a Izuku le había pesado mucho escuchar que la perdió en su lucha contra Gudrun y quiso remediarlo haciendo otra similar.

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