Un día en Kunnarta

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Desbordaba un tenue lamento arrepentido de lo que ocasionó con su comportamiento los días anteriores, en su pecho residía un miedo hostigando con culpa por el alfa que pudo fastidiarse.

La mirada que tenía refugiada en el pecho ajeno fue levantada con sutileza para visualizarlo mientras limpiaba ese nefasto rastro de lágrimas. Jadeó con un alivio por escuchar que Katsuki no tenía ningún signo de remordimiento por lo que pasó.

La disculpa fue revertida, ahora era el alfa quien la decía con mención de cómo se comportó por el aroma ajeno de otro alfa. Izuku negó la cabeza queriendo silenciar sus palabras llevando un par de dedos a sus labios.

—Está bien, no fue tan malo como crees... Para ser algo que no sabías controlar supiste manejarlo lo mejor posible.

Recordó cuando algunos omegas de Velka le daban referencias de las rabietas que sufrían de sus parejas o los malos entendidos.

Recibió un beso en la mejilla más una caricia en su hombro por Katsuki, sonrió con un halago resignado de escucharle tan posesivo hacia él.

—No digas cosas tan escalofriantes.

Rio entre dientes al comentario de que tendrían que pasar por su cadáver para arrebatarlo de su lado.

El omega se dejó imbuir por las caricias tersas y como restregaba la frente con el otro por su acercamiento, la pregunta de que como volvieron sus memorias le llevó a ampliar su sonrisa.

—Las flores de Renhet que me diste antes de irnos de las Aguas de Cristal. Al levantar una de ellas comenzó a brillar y tu voz diciéndome que lo provocaba llevó un remolino en mi cabeza de recuerdos que perdí con mi amnesia.

Mencionó con alivio, de haber sabido que eso podría ayudarlo lo hubiera hecho desde un principio y se ahorrarían todos los malentendidos que sufrieron.

—Siento que esa flor custodiaba el que vuelva a ti, no lo sé, es tan especial para mí y le agradezco que me ayudara a recordarte. Verte como un extraño... Es aterrador, no quiero volver a experimentar algo así.

El aroma del alfa fue más fuerte, tal vez no lo hacía intencional o era apropósito, pero a Izuku eso le fascinaba e inhalaba relajado a ese olor caramelizado y ahumado.

Se puso de pie siguiendo a Katsuki por ser sostenido del rostro por ambas manos.

—Kacchan... ¿Me sigues amando, incluso luego de lo que te provoqué?

Cuestionó abiertamente rompiendo el frágil silencio en ambos, arrugó el entrecejo de escucharla reír y restregarle que era una pregunta tonta.

Podría ser una paranoide pregunta, pero para Izuku era necesario corroborarlo o tendría esa incertidumbre siguiéndolo, el alfa era la última persona que buscaría dañar de cualquier manera.

Para su mala suerte Katsuki no respondió y para su fortuna le percibió inclinarse para derretir un beso a sus labios. Con el calor de las amplias manos recorrerle la espalda hasta la cintura siendo repentinamente levantado sin separar del beso.

No iba a pasar desapercibida esa acción, un beso como ese era algo que no habían saboreado en días así que correspondió sin dudarlo. Katsuki era su todo y le daba un escalofrío considerar como es que estuvo a punto de abandonarlo.

Sus pies volvieron a tocar el suelo y separaron lentos hasta chocar sus respiraciones a sus húmedos labios. Izuku soltó un suspiro enaltecido.

—Sí, eso responde mi pregunta.

Infló el pecho con alivio y ladeó un poco la cabeza hacia la mano que le acariciaba para alcanzar y darle beso, posteriormente la sujetó para inclinarlo a sentarse en el espacio frente a la chimenea ardiendo para terminar de curarle las heridas.

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