El omega del líder

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Izuku permaneció en casa muy pensativo de todo lo que le dijo Touya respecto a irse de Kunnarta e iniciar de nuevo. Considerando de forma realista estaría envuelto en una intemperie adversa donde solo serviría a un amo para toda la vida, tal vez podría tener más oportunidad a futuro pero le asustaba creer que no sería así.

Sabía muy poco del reino de Leif, eran tierras lejanas que tenían una gran prosperidad y fijación a ser ambiciosos, conocer a la princesa Momo lo cercioró. Si se iba a ese lugar probaría suerte en intentar sentar cabeza y conservarse a salvo, aún le pesaba no poder regresar a Velka.

La propuesta de irse con la indirecta petición de un alfa le pareció sorpresivo, el albino lo trató bastante amable llegando a ser invasivo que incluso se quedó con parte de su aroma a cedro quemado encima. Eso sí, a diferencia de Katsuki fue más sutil y precavido, sin llegar repentinamente abrazarlo o pedirle besos.

—Si le digo que tengo la idea de irme y cesar mis servicios... ¿Lo tomaría mal? Ha sido muy accesible, salvo a que no deje de dormir con él.

Pensó en las mil y un maneras en que el alfa podría reaccionar, existía la probabilidad de darle la oportunidad de ello, tal vez se pusiera contundente en que continuara auxiliando en su casa, después de todo era alguien muy ocupado, también estaba el que se casaría más adelante.

—Podría preguntarle qué tan necesario soy aquí y decirle si podría retirarme.

Continuó con sus pendientes en el lugar, recordaba que Katsuki le dijo que volvería antes así que quiso darse prisa en acomodar las cosas y empezar la cena.

Acudió por los tablones de madera para ponerlos en la chimenea y calentar el lugar, quería que estuviera placentero para su posible señor cansado por todos sus trabajos como jefe de la aldea.

Pensando en que podría hacer para la cena estaba apilando los tablones de madera uno encima de otro. Escuchó la puerta principal abrir y con ello alguien entrando, giró su cabeza a indagar y una liviana sonrisa invadió su rostro.

—¡Bienvenido Katsuki!

Saludó con entusiasmo dejando la madera a medio acomodar para dirigir al recibidor sacudiéndose las manos.

—Salí, aunque no precisamente recorrí las calles como acordé, fui un poco más allá del perímetro, pero no fue impertinente simplemente había que estar en un sitio seguro para entrenar. Se ofrecieron a darme lecciones con armas, ¡Un mandoble fue mi primera clase!

Al inicio se escuchó un poco cohibido de saber que no cumplió con su acuerdo para salir, después su volumen cambió con felicidad por haber logrado blandir un arma como los guerreros que veía en cruzar por Velka.

Soltó una risa entre dientes de escuchar la idea de que el mismo alfa podría instruirle, asintió entretenido notando una mano que se acercaba al rostro tallando un posible resto de ceniza.

—No lo tenía en cuenta porque... pues es el líder, debe de estar tan ocupado en tantas cosas que no le veo con tiempo para mí... —Susurró con cierta vergüenza, pronto espabiló al notar que el rostro de Katsuki cambió repentinamente. —¿Pasa algo, Katsuki?

Ladeó el rostro confuso, repentinamente fue tirado al frente respingando con sorpresa de ver como el alfa acercaba a olfatearlo con un siniestro silencio, eso no fue todo, la pesada mano encima de su hombro comenzó a estrujarlo con fuerza.

—Duele —quejó con un tenue susurro precavido de ver el semblante colérico del alfa. —¡Duele, Katsuki por favor-...!

Su queja pausó al ser interrumpido por los bramidos en busca de explicaciones por tener el aroma de alguien más, fue forzado a mirarlo con esa brusquedad encima. El pobre Izuku quedó paralizado con los temblores tambaleando en su equilibrio.

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