7. El cantante

32 5 6
                                    

Miranda no había tenido la oportunidad de ver el salón, estaba todo adornado con flores rosa y violeta, había una mesa con bartender y el listado de cocteles que se servían; también estaba la música. Había instrumentos, por lo que seguro habría música en vivo.

En un lugar especial; la mesa de los postres y el pastel. Era un cumpleaños porque estaba todo decorado de 40.
La iluminación era muy adecuada y en la piscina ya habían colocado velas y más flores como las del salón.

- ¡¿Millie?!- Dijo Claudette

- Ah, mm un Martini por favor-

- ¡Woow que fuerte! -

Miranda sonrió falsamente. Necesitaba un trago fuerte para soportar quedarse ahí un momento más.

- Millie, seguis igualita. Así super natural, sin maquillaje sin arreglarte mucho. Nunca te ha preocupado mucho tu arreglo personal ¿verdad? Mm si, seguramente por eso no te has casado. Tenes que poner un poquito más de esfuerzo Millie, si no te vas a quedar solterona. -

- Claudette - dijo dando un sorbo de su Martini y tratando de contenerse para no tirárselo en la cara - como ya te expliqué, no está en mis planes casarme. Y si, sigo natural - Esta chava tiene la habilidad innata de descender muchos peldaños de un solo en la escala de los que caen bien.

- Ay no nena, pero tampoco quedarse solterona, ya conociste a Luis Felipe, Wii para los amigos.

Él es muuuuy especial, muchas mujeres han tratado de amarrarlo, pero ninguna lo ha logrado. Yo, en cambio, - dijo con tono adulador- estoy así de cerca de cerrar el trato – dijo mostrando una corta distancia entre el índice y el pulgar-  Para eso hay que estar siempre preparada, siempre arreglada- dijo mirándola de arriba a abajo.

-Esssta hija de..... su madre- pensó Miranda

Miranda tomó el resto del Martini de un solo y se disculpó diciendo que tenía que hacer una llamada y que ya regresaba. Si le decía que ya se iba se lo impediría.

Le faltaban como 10 pasos para llegar a la puerta cuando la cerraron, -claro, es que un caracol sería más rápido que yo en esta situación- pensó Miranda.

-Buenas buenaaaas – se escuchó por las bocinas - bienvenidos todos – no hacía falta ver quien hablaba por el micrófono - Muchas gracias por estar aquí y acompañarnos a celebrar el cumpleaños de Rocío y sobre todo gracias por ser cómplices de la sorpresa.

Ella va a entrar con los ojos vendados: les pido que hagan silencio y cuando se quite la venda va a empezar la canción del feliz cumpleaños y todos cantamos ¿va?

Gracias nuevamente, y sigan sintonizados que un momento empieza la acción. -

Miranda no tendría más remedio que permanecer en el salón y esperar a que abrieran las puertas luego que entrara la cumpleañera.

Unos momentos más tarde todo sucedió como predicho y la cumpleañera rompió en llanto al ver todo a su alrededor. 

Era la misma mujer que le abrió la puerta del pent-house el otro día.  Se abrazó con varios de los invitados y estuvo en un abrazo un poco más largo y emotivo con Luis Felipe.
Tomó su rostro entre las manos diciéndole algo que solo ellos pudieron escuchar y se abrazaron nuevamente.

-Quizá es su novia de turno, pero que fiesta tan especial organizó para ella. Quizá doña Gris estaba equivocada y el hombre ya estaba sentando cabeza -pensaba Miranda

Por su lentitud para salir, Claudette con otras chicas la interceptaron e invitaron a platicar con ellas justo antes de alcanzar su objetivo. Las demás chicas eran bastante agradables por lo que a Miranda no se le hizo difícil conversar con ellas, se tomó otro Martini y dos vasos de agua.

Alrededor de la mesa de coctel en la que estaban se comentó mucho de Luis Felipe y así Miranda pudo constatar que cuando Claudette decía ¨su futuro esposo¨, efectivamente era solo en sus sueños.

Por lo que Miranda estaba oyendo, Luis Felipe era una joyita.
No se le conocía novia formal. Cada semana, si no es que antes, cambiaba de pareja, le gustaba la fiesta, el trago y quien sabe que más. – Cada vez confirmo más casos, una buena pinta, no pinta bien – pensó Miranda tomando su tercer Martini.

No lograba definir la relación entre Luis Felipe y la homenajeada y ella seguía con la curiosidad.

Cuando iban a pasar la comida se le hizo muy feo quedarse porque ella no estaba invitada. Ya había tomado, pero comer, era extralimitarse.
Se excusó diciendo que tenía que ir a tomar su medicamento. Si las chicas hubieran estado en su sano juicio sabrían que no podría tomar nada con el alcohol que se acababa de recetar.

Afuera de salón estaba Luis Felipe con un grupo de personas fumando un cigarro.

Miranda necesitó sostenerse de una silla, se sentía muy mareada y la bota le restaba estabilidad. No le quedaría más que sentarse y esperar que le pasara el mareo, se iría a quebrar la cara si intentaba subir. Tenía que recordar que los martinis eran para irse directo a la lona.

- Que mensa, y ¿ahora que voy a hacer? – Murmuraba para si Miranda arrepintiéndose de haber tomado esos martinis, bueno se arrepentía del tercero. Estaban muy ricos pero el tercero si había estado de más.

- Como que va a pasar aquí el resto de la noche – se mofó Luis Felipe a su lado mientras ella se pellizcaba el entrecejo.

- Será mi problema – le ladró sin alzar si quiera la vista, reconociendo la voz.

- Por qué no come algo, quizá le ayude –

- Estoy bien gracias –

- Como usted diga – dijo con una notable voz burlona y la dejó ahí mientras regresaba al salón.

Julio llegaba corriendo al salón y la vio ahí sentada – Millie ¿está todo bien? –

- Perfecto – respondió ella sonriente

- Qué bueno verte. Tengo que entrar, vengo atrasado. Platicamos en un ratito ¿sí? -

- Dale – hizo ademan para que siguiera al salón.

Algunos minutos después, el DJ anunció el inicio de la música en vivo, se escucharon algunos segundos como que estaban probando los instrumentos y luego se escuchó la inconfundible voz por el micrófono – vamos a iniciar con una canción especial en honor de la cumpleañera, y luego nos vamos con las complacencias, así que, vayan pensando sus solicitudes- anunció

Por supuesto inició Señora de las cuatro décadas. No podía ser diferente, pero, lo que llamó su atención fue la voz que cantaba.

Se levantó y se encaminó a la puerta del salón para ver de quien se trataba.

No daba crédito al ver que Luis Felipe cantaba y tocaba la guitarra. Le pareció tan interesante que tomó asiento en una mesa del rincón, perdió la vergüenza y pidió un café al mesero.

Estaba asombrada de lo bien que cantaba este tipo.
Julio en la batería, el otro chico, Guillermo, tocaba el bajo y también cantaba. Notó que estaba una de las chicas que Julio le había presentado el día de que estaban ensayando. 

No se acordó el nombre, muy linda por cierto, y cuando le tocó cantar, no lo hizo nada mal. No pudo evitar quedarse a escuchar lo que cantaron.

Todo lo que tuviera que ver con música, canto y baile son parte de su esencia.

Una vez terminó la música en vivo ya se sentía mucho mejor para subir a su apartamento.

La mesa del buffet estaba casi en la puerta de salida del salón. Luis Felipe estaba raspando los recipientes luego de cantar y observaba como Miranda caminaba lento, aunque mucho más estable, hacia la subida.

Llegando la primera grada, se tropezó, pero ya no por el mareo del alcohol, sino porque estaba oscuro y le costaba ver y caminar con la bota.

Se logró recomponer y para cuando iba a subir la segunda grada, un brazo le rodeó la cintura y otro le obligó a rodear el cuello del dueño de los brazos.

Remiéndame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora