53. Pequeño Monstruo

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Recibió varias cartas de Luis Felipe que pidió a Lexi que tirara a la basura. Recibió mensajes de texto, de whatsapp, en FB en IG, llamadas por todos los medios, hasta que lo bloqueó. Fue muy difícil presionar ese ícono de bloqueo. Lloró. No podía guardar esperanzas. Estaba decidida a superar este trago tan amargo. Estaba hablando diario con Lexi a manera de terapia y las dos lloraban. Si algo tenía que agradecerle a Luis Felipe es que desbloqueó ese miedo a llorar enfrente de las personas. No de todas, pero algo es algo.

Una tarde, tocaron a su puerta. Con mucho miedo, salpicado de ilusión, espero que fuera Luis Felipe. No iba a abrir de cualquier modo, pero nunca se esperó a quien estaba llamando a su puerta.

- ¡Pauli! Qué sorpresa – dijo abriendo la puerta. La sobrina de Luis Felipe no la saludó, sino que se aferró a su cintura.

Miranda la abrazó – Mi amor ¿qué pasa? –

- Por culpa de ese pequeño monstruo – dijo con enojo

- ¿Cuál nena? –

- Mi supuesta prima – dijo entre dientes

A Miranda se le detuvo el corazón. Fue una niña. Se quedó fría – ya nació – pensaba para sí – Dios mío como-

- Quiero que esa niña se vaya – dijo Paulina enfurruñada sacándola de sus pensamientos.

– Tu mamá o tu tío ¿saben que estás aquí? –

La niña negó sin soltarla ni levantar la vista. – Mi amor – dijo muy tiernamente – tu mamá se va a asustar mucho si no te ve –

- Ni se va a enterar, ha estado todo el día como loca con ese monstruo que no para de llorar –

Tratando de controlar los sentimientos que el nacimiento de esta niña le causaban, tomó el rostro de Pauli y le dijo muy cariñosamente – un bebé necesita mucha atención y cuidados. ¿Te gustaría ayudar a tu mamá a cuidarla? –

- NO – espetó sin dudarlo

- ¿Qué te gustaría entonces? –

- QUE MI MAMÁ DEVUELVA A ESA NIÑA – dijo rabiosa

¿Devuelva? Pensó Miranda.

- ¿Podrías avisarle a tu mamá que estas aquí conmigo y así ya nos quedamos tranquilas? –

- A ella no le importo –

Sonó el timbre del apartamento de Miranda - ¿Miranda? – se escuchaba desde fuera. Al abrir la puerta estaba Rocío cargando un bebé – Pauli – suspiró aliviada al ver a su hija – siento mucho haberte gritado mi amor lindo. Me asusté mucho cuando no te encontré –

Miranda observaba la escena, pero no escuchaba nada. Solo veía el bultito que Rocio cargaba. Le pidió que la sostuviera, no la escuchó, solo vio cuando se acercaba a ella para entregársela.

Miranda como un robot la recibió, dio unos pasos para atrás y se sentó en su sofá. Su cerebro estaba procesando en modo ultra lento, seguramente para no causarle un shock más grave. Era una criatura hermosa. Se movió un poco entre sus brazos debido seguramente al traslado, pero rápidamente volvió a quedar inmóvil, dormida. Vino a su mente el día en que Naomi le dio la noticia. Cuando regresó a su apartamento veía todo lo que le recordaba a Luis Felipe iluminado y le provocó una rabia inmensa. Veía a esta bebé con esa misma luz. Esta luz emanaba un calor delicioso que necesitaba tanto estos últimos días. Evocaba en ella sentimientos tan diferentes a los que había sentido ese día. No podía apartar la vista de ella y necesito sentir ese calor mas cerca. La acercó a ella lo más que pudo con mucha delicadeza, cerró los ojos aspirando su esencia.

Remiéndame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora