11. Luces, Camara...

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Cuando empezaron a tocar, el bar estaba a reventar, no cabía ni un alma más. Después de la segunda canción había gente parada en la puerta. Sacaron mesas y sillas para poner en la acera. La gente cantaba a todo pulmón las canciones junto con Miranda, quien ya había entrado en confianza y lo estaba disfrutando mucho.

Los aplausos y los gritos de ¨otra¨ no los dejaban terminar, Miranda se estaba luciendo y todos en la banda estaban extasiados con lo bien que les estaba yendo.

Cuando llegaron a la última nota, el bar estalló en aplausos. Bajaron todos del escenario y fue entonces cuando un tipo se le acercó a Miranda

- ¿Te puedo invitar un trago? - le preguntó invadiendo su espacio vital.

Miranda buscó ansiosamente la mirada de Julio para que la ayudara, pero se sobresaltó al sentir un brazo rodeando su cintura - Disculpá vos, ahorita no está dando autográfos – le dijo Luis Felipe sin darle tiempo de responder al hombre que se le había acercado.

Miranda alzó los hombros y sonrió al hombre como disculpándose y se dejó arrastrar por Luis Felipe.

- Gracias –dijo Miranda sorprendida una vez que llegaron a la barra.

- Julio nos pidió que estuviéramos pendientes. Es parte de las condiciones -comentó casualmente.

Estando en la barra se le acercaron varias personas a Miranda y Luis Felipe para felicitarlos y preguntarles qué días iba a estar la banda en el bar.

- Aún no sabemos. Pero los invito a que hagan presión con el dueño para que nos contrate – sugirió por lo bajo Miranda.

- Eso haremos- confirmó alguien en el grupo.

- ¿Nos tomamos algo? – Preguntó otro tipo que estaba en el grupo.

Luis Felipe la colocó delante de él y la abrazó por la cintura – gracias, pero ya está tomando algo– dijo pasándole una botella de cerveza con la mano libre.

El tipo asintió y siguió conversando con los demás.

- Uy que calor – dijo al cabo de unos segundos para soltarse de Luis Felipe – Me puedes dar un vaso de agua con hielo por favor- pidió al bartender y tomando el vaso de agua, entregó a Luis Felipe la botella de cerveza - Me disculpo, pero cerveza es lo último que tomaria de una lista de 100 bebidas - se excusó y se fue a buscar al resto de la banda que estaba en una conversación muy amena con otro grupo.

Desde donde estaba, pudo ver como abordaron a Luis Felipe tres chicas. Hablaban con el sin perder oportunidad de tocarlo y él sonreía y platicaba muy animado.

Uno de los meseros se acercó a Miranda con una copa de vino en la bandeja – cortesía de la casa–

Ella sonrió amablemente y tomó la copa – Miranda ¿verdad? –

La mitad de la sonrisa de Miranda se desvaneció y sus ojos trataron de ocultar el susto que le causaba que este hombre supiera su nombre.  No le dio tiempo de confirmar o negar porque Luis Felipe apareció palmeando el hombro del mesero - Recordate: ni aquí, ni hoy - le dijo con una mirada de advertencia; el cual huyó como el ratón que ve al gato.

- Sabía mi nombre – comentó ella, señalando el lugar por el que se fue el mesero.

- Si le contara la cantidad de mujeres que saben mi nombre al terminar de tocar – dijo desestimando la situación.

Ella hizo gesto de preocupación – No se preocupe – dijo muy calmado – aquí estamos pendientes - le entregó una copa de martini mientras le retiraba la copa de vino.

- Supongo que el martini ocupa algun puesto dentro de los primeros 5 -

- Supone bien - dijo dando un trago de la copa.

Tocaron unas cuantas canciones más y minutos más tarde el bar estaba cerrando, quedándose solo la gente VIP, es decir los amigos del dueño y la banda que debía desinstalar los equipos.

Miranda no tenía nada que hacer, así que se movía al ritmo de la música de Marc Anthony que sonaba, mientras veía su teléfono.

- ¿Te sigue gustando bailar? – preguntó Julio extendiendo la mano para invitarla a bailar.
Miranda rio pensando en la pregunta que le hacía. Ella y su hermano habían tomado clases para bailar y siempre se robaban el espectáculo cuando bailaban juntos.
Su mamá había insistido en que bailar era algo importante en la vida, alegraba el alma; y siempre en las reuniones que hacían en su familia, había baile. Bailaron un rato, pero de repente sonó bachata.

– Ahhh Wii, esto es lo tuyo, vení - pidió Julio a Luis Felipe.

Ella hizo un gesto de desagrado y Luis Felipe se frenó en el camino.

- No Luis, es que la bachata no me gusta mucho - dijo rápidamente ella, viendo como él se detuvo.

- ¿Por qué? Permítame mostrarle, es un ritmo muy agradable para bailar – dijo acercándose a ella.

- Además me cuesta – argumentó intentando escabullirse.

- Mire empecemos por lo básico, con el cuadradito – dijo mostrándole los pasos que Miranda seguía despacio, así estuvieron hasta que la música cambió.

Veamos su desempeño en este otro género musical – dijo Luis Felipe al tiempo que sonaba Flor pálida de Marc Antony.

La sonrisa de Miranda era de -ay papito, te voy a hacer pedazos – pero muy para su sorpresa no pudo hacerlo porque el hombre sí que sabía bailar. Esto era algo tan atípico en un hombre, bueno a diferencia de su hermano, claro está.

Bailaron la canción completa y cuando terminó se escucharon aplausos y silbidos de los que aún quedaban ahí. Ambos sonrieron y Miranda hizo una reverencia al público que divirtió a Luis Felipe.

- Quedé impresionada - anunció tratando de no parecer demasiado entusiasmada - No es para nada común encontrar a hombres que bailen bien. -

- Es que no soy nada común - atacó Luis Felipe con tono arrogante y continuó - No es tan atípico encontrar mujeres que bailen bien - Los ojos de Miranda se entrecerraron para frenarse de decirle unas cuantas verdades – pero su desempeño es muy superior al promedio– terminó.

Sus ojos volvieron al tamaño natural, y trató de esconder la sonrisa que se dibujaba en su rostro.

- ¿Bailamos? – le llegó a Miranda un apestoso olor que le trajo recuerdos tan horribles que le erizaron la piel.  Emanaba de la boca de un hombre evidentemente borracho sosteniendo una botella de cerveza, que le había hablado demasiado cerca.

Remiéndame el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora