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—Creí que lo hariamos en el sofá— le espetó.

—Si dan ganas pero, creo que primero cambiaré la cerradura de la casa para que nadie se metasin avisar— ultimamente todo llegaban y entraban. 

Sarada entrecerró los ojos. Si, es verdad.

Se dejó llevar a cuestas, Mitsuki le goteaba agua por todos lados. En verdad que no se demoró nada como le dijo pero no era necesario que saliera todo empapado del baño. Los abrazó y buscó sus ojos dorados debajo de todo ese flequillo mojado frondoso, lo peinó son sus manos y lo hecho para atras.

—Tienes largo el cabello— le gustaba mucho de esa forma.

—Me molesta, se mete en los ojos— se quejó. Iba a cortarlo. 

A Sarada le gusta jugar con él, lo descubrió cuando pudo  jugar con su cabeza sin que nadie la molestara ni le dijiera nada. Fue bueno estar distanciados de la aldea para apreder más de si misma. —Estas muy mojado— se quejó cuando ya tuvo que limpiarse las muchas gotitas que le cayeron en la cara. 

La puerta de la habitación se abrió de una patada, Sarada se rio, parecía muy paciente pero observandolo bien no mostraba nada de paciencia. Sintió la colcha de la cama, su cabeza voló y sus ojos vieron de la pared al techo en un instante.  

Sarada lo vio, cuando su novio no mostraba ni una pizca de paciencia y control parecía más un animal que un ser humano. La estaba acechando con esa intensa mirada, sacandole la ropa prenda por prenda, desde que comenzaron podía decir a veces Mitsuki actuaba como si siguiera un manual, ¿Quien carajos le enseñó? Ahora tenía curiosidad. Para ambos fueron el primero en experimentar, fue su primera vez como ella lo fue de él por lo que estaban más familiarizados con lo que les gustaba a cada uno. 

Los ojos de Sarada se abrieron de golpe —Oye, ¿Y tu toalla?— Estaba segura que estaba envuelto enuna toalla de la cintura para abajo. 

—Ah, creo que se cayó en la escalera—. Sus manos estaban recorriendo la piel suave de sus piernas, no iba a preocuparse por una pequeña cosa.

Sarada lo rodeó con sus brazos, Mitsuki hiciese lo que hiciese siempre la miraba con esos ojos rasgados, algo oscuros y cargados de deseos, le enseñó los diente pero sus mordidas no dejaban marca. Sarada arañó su espalda —¿Qué tanto es lo que te entretiene sin mi?— Ya se habia acostumbrado tenerlo unicamente a su disposición. 

No quiero compartir a este hombre con nadie.

Es la misma Sarada la que lo mantenía ocupado pero si comenzaba a decirle la sorpresa que estaba preparando terminaria expuesta. —El nuevo Hokage, me tiene el ojo puesto— Sarada estrchó los ojos. —No hablemos de Shikamaru, no es el momento. 

Ella trazó una linea diujando trazos por encima de sus musculos, los que ya se podía agarrar, quería llorar y agradecer a su madre, ¡Gracias mamá, eres fabulosa! 

Mitsuki la vio llorar un lagrimita solitaria mientras lo acariciaba, de pronto todo se le junto y sin previo aviso soltó su agarre. —Maldición. 

La Uchiha lo vio retirarse y sentarse a su lado debajola desarmada encima de la cama y esperando por su amor. —¿Qué?— Parecía decaido, con la cabeza metida en las patas —espera, ¿Te pasa algo?— Ella se sentó y lo tomo de sus hombros, sus ojos se desviaron a su erección que seguía allí. ¿Cual es el problema? 

—Ya no quiero— dijo por muy improbable que pareciera. Sarada se respingo y gritó sin hacer sonido. 

Sus manos temblaron en su agarre. —No puedes decir eso mientras tienes esa tercera pierna asi de erguida—. Al decir eso Mitsuki agarró un cojin y con el se cubrió. 

Mi segunda opción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora