24

66 9 0
                                    

Tan lindo que parece ser otro.

Sarada despertó envuelta en cobijas como un rollito, sus ojos se abrieron casados y su voz tenía dificultades, se contrarrestaba con la sensación de su cuerpo ligero y limpio hasta que su interior hormigueo, su rostro enrojeció juntando podas las piezas. Solo recordar lo que Mitsuki le hizo el día de ayer. 

—¡Oh, ese animal! ¡Lo voy a matar y con su piel me haré una bonita cartera!— Gritó a todo pulmón mientras salía de la prisión de las cobijas. 

Mitsuki solo había ido a comprar comida para llevarle desayuno pero se le ocurrió hacerle una pequeña travesura y la dejó amarrada con la ropa de cama. Escuchó los gritos de Sarada cuando estaba de regreso, se oia tan furiosa que inevitablemente se escondió en el callejon estrecho junto al hostal. 

Se sorpredió de que ella despertase antes, estimaba que iba a dormir un poco más seguro que su cuerpo estaba cansado por lo ayer. Creo que se me paso la mano.

Se metió detras de un basurero con su gran cuerpo mirando con sus ojos de serpiente en dirección por donde salió corriendo Sarada buscandolo. Cubrió su rostro con una mano. Entre más se demorara en dar la cara más enojada terminaria por estar Sarada. 

—No es una broma ¡Hermano estas frito!— La voz de un niño le llamó desde arriba del basurero. 

Mitsuki se puso de pie y abrió el contenedor de basura y miró a las ratas que escucharon su tragedia. Era su idea o cada vez estaba en más contacto con los niños. Primero un par de adolescentes ahora un par de mocosos. Puso su codo y afirmó su cabeza para mirar dos crios todos sucios por estar jugando dentro del apestoso lugar. 

Saludó con la mano en alto a los niños —no deberia escuchar los asuntos de los adultos.

El niño que leía contestó —no nos interesan tus asuntos. 

El otro chico se rio pero le dio un toque en el hombro al moreno —hey, chismear es lo mejor. Te enteras de unas cosas— juntó sus dedos y luego los besó. —¡Una delicia!

—No dije nada de espiar o escuchar por la voluntad de escuchar a escondidas. Lo dije porque esta mal hacerlo y es mejor ser sordo en esas circunstancias— Mitsuki le respondió de regreso al niño que leía. —Sabes cuantos problemas podrias ahorrarte el saber cosas que no son de tu interés. Tu vida se vuelve pacifica cuando cierras tus oidos.

El moreno se inquieto. El adulto no lo ignoró y replicó su replica, alzó la vista para encontrar la misma forma de sus ojos pero con el color calido dorado de su compañera en ellos.

En ese momento los dos se quedaron en silencio mientras que el niño más alto brinco al notar el parecido incrible, —¡Son como dos gotas de agua!—. Los dos se miraron fijamente.

Para Mitsuki esto era precisamente lo que el temía, ver a su padre siendo todavía un frijol. Dejó caer la tapa del basurero dejando a los niños gritando a dentro y tomó sus cosas y se regreso a la habitación en el edificio. Fue rapido escapando tenía práctica.

Dentro de la habitación escuchó la agitación de los mocosos, cerró los ojos y dejó caer su cuerpo apoyado en la puerta hasta quedar sentado en el suelo, dejó la comida a un lado. Esperaría a Sarada y se arriesgaria a recibir su castigo. Su padre desde que era un pequeño recién salido del tubo le dijo que él había sido un hombre muy apuesto en su época, bueno Orochimaru le dijo muchas cosas como recuerdos lejanos, pensamiento e incluso cosas con las que había soñado en su niñez. Toda esa información que compartió con él se grabó en su memoria como una verdad pero en cuanto comenzó a experimentar el mundo por sí mismo esa verdad fue reetiquetada como "la verdad de mi padre", algo que se apegaba a la visión de Orochimaru y no tenía porque ser realmente cierta o correcta en la realidad. Pero en verdad su padre parecía ser un poco lo que él le dijo de si mismo. 

Mi segunda opción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora