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Somos parientes.

En otro lugar en otro tiempo, completamente ajenos a los objetivos de sus conocidos y seres queridos se encontraban en este lugar, como resultado de una serie de acontecimientos preconcebidos por su propio objetivo, pensado como un as de último recurso de verse acorralado. En dichas circunstancias la reproducción de la misma técnica no era del todo segura, para ellos, lo que fue descartado por completo por Sarada.  

—Quiero hablar contigo— la voz carente de un recurso mínimo y fundamental en una interacción decente entre dos personas: amabilidad. Aún así trataba con el sujeto correcto. 

—¡Oye!— Sarada le dirigió una mirada acusadora. 

Dejaba a Sakura, su futura esposa sola, sin siquiera una introducción adecuada.  

Cierto, asintió. Se volteó algo turbado, haciendo algo que nunca antes había hecho, estiró el brazo. —Esta es Sakura, nos vamos a casar— se sintió ridículo, repetitivo, la pareja presente ya lo sabía. —Estos son... 

—Somos parientes— Sarada le ayudó justo a tiempo. 

Sakura que a hasta ahora se quedó a un costado ajena a la situación, ya que desde su postura viendo dos extraños, aparentemente hombres, y de gran tamaño. No ayudaba el no estar acostumbrada a ver gente tan alta, además que se movían y lucían fácilmente como guerreros, tenía miedo. Sumado al hecho que Indra la invitó a salir, que lo acompañará sin decirle nada, ni a donde la llevaba. Claramente se relajó, solo la llevó a conocer a su familia. 

—Parientes lejanos— rectificó. 

Luego de esa presentación tan escueta salió de la casa dejándola sola, con el hombre de cabello negro que se parecía demasiado a él. 

—Hola— el cual era muy amigable. Sonriente y alargó su mano para estrecharla con ella. —Soy Sarada. 

Sakura tomó sus manos muy cohibida. 

—¿Qué ocurre? Indra no te contó de nosotros antes— se sintió muy solitaria al ver esa reacción. No es como si trataran con un experto en socialización pero lo mínimo es decirle a tu acompañante, a dónde vas y con quienes te vas a reunir.

—No me dijo— miró hacía atrás. Ni Indra, ni el otro hombre estaban a la vista. —Yo no debería estar sola con otro hombre... 

Sarada soltó una risita suave. Tocó su pecho —de hecho no soy un hombre— miró sus ropas, es cierto más temprano se cambio de ropa —compré esta ropa por en el mercado de la aldea, me estaban viendo muy extraño. Dame un momento. 

Sakura que cambio su postura cohibida a susceptiblemente sospechosa, la vio ir a una habitación conjunta a la sala, sin cerrar la puerta, vio como se desvistió rápidamente. No alcanzó a desviar a la vista a tiempo, pero si pudo ver muy claramente la silueta propia de una mujer. Sarada salió vestida con un kimono femenino.    

Su respuesta corporal cambio favorablemente. 

—¿Ves? De nuevo, soy Sarada— lo intentó una vez más. 

Sakura tomo su mano, más aliviada. —Sakura— no tardó en reconocerla como la mujer de los carteles. —¡Eres tú! El músico, te estuvo buscando por mucho tiempo. Los aldeanos le decían que ya te habías escapado o casado con otro.

—Así supe— este hecho aunque más aliviada le seguía pesando. —Nos separamos en un lugar muy lejano por culpa de un sujeto. 

—Me hace muy feliz que hayas aparecido—. Pudo ver esa maravillosa sonrisa. 


No muy lejos de allí Indra que requirió una conversación a solas con Mitsuki. 

—Estuve pensando en la historia que contaron ustedes, de como llegaron hasta acá.

Mi segunda opción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora