── ❝ 𝑰𝒏𝒕𝒐 𝑻𝒉𝒆 𝑮𝒓𝒆𝒚 ❞ ──

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒗𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐.

"...Your speakers are blowing, your ears are wrecking (and you can do no wrong)
Your hearing damage, you wish you felt better
You wish you felt better (in my eyes)
But, at least..."

—Hearing Damage, Thom Yorke.

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Sasaki recobró la conciencia otra vez en un sitio diferente más no desconocido para el japonés, frotando su mejilla en el pecho descubierto del rubio a manera de saludo.

Estando entre los brazos del contrario se sentía seguro y protegido, sin tener en cuenta que era mejor huir de él antes de que una tragedia sucediera.

—Gracias por cuidar de mi, Posei. Eres el mejor alfa…

El mencionado no emitió palabra alguna, sólo miraba orgulloso todas las marcas que había en la piel contraria y lo extrañamente deseoso que estaba de hacer más.

"Nunca son suficientes cuando se trata de él..."

Kōjiro acarició una mejilla, acercándose más a él para rozar sus labios con los del alfa, siendo correspondido de inmediato. Se sentía cansado, pero deseaba con desesperación besar al rubio.

Lo que comenzó como un simple roce de labios acabó con el japonés hundiendo su rostro en la almohada.

Sasaki no lo sabía, pero Poseidón tenía la manía por tomar y grabar cada encuentro íntimo, muchas veces servía como evidencia para fastidiar a Qin.

“Si tan sólo supiera esa garrapata china que Hades es peor…”

Quiso seguir el consejo de Beelzebub y usar protección, pero terminó desesperándose al punto de quitárselo al instante.

Su satisfacción radicaba en llenar el interior del azabache y éste último no se quejaba de ello, pareciendo disfrutar cada vez que le anudaba (consiente o inconsciente, eso no importaba si a Poseidón era a quién le preguntabas).

Kōjiro dormía tranquilamente sobre su pecho, entre tanto él se dedicaba a observar cada gesto captado en foto y video. Sonrió de lado antes de tomarle una fotografía al apacible rostro del omega que dormía sobre su pecho.

—Eres demasiado perfecto. No quiero que nadie más te observe. Eres mío…

Dejó su celular a un lado, abrazando posesivamente la cintura de su pareja para acompañarlo en el mundo de los sueños, ajeno a la histeria colectiva del chino y sus amigos.

Nada importaba más que sentirse satisfecho y tener lo que era suyo entre sus brazos.

Pero la sensación de calma le duró apenas un parpadeo porque Hades irrumpió en su habitación.

—Por el amor a los dioses, Poseidón… ese chico parece un juguete para morder, deja de hacer eso —Hades miraba asombrado parte de la piel expuesta del omega, la cual estaba llena de mordidas y chupetones.

El rubio gruñó en señal de advertencia, por lo que el albino suspiró.

—Tu pulga china acaba peor que Kōjiro, entonces, ¿por qué está mal que yo haga esto con mi omega?