𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒐𝒄𝒉𝒐.

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"...Donde reinan la pereza y la ternura
Donde sólo los sueños son para dos
Donde en la nieve y las hierbas frescas
Donde vaga un lobo depredador..."

-Мурмотіння, Olena Kovernik.


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Thessaloniki, Grecia.


Tras aquel punto de quiebre en plena navidad, el resto de los días del año Kōjiro la pasó entre los brazos de su alfa necesitado de consuelo, soltando un desgarrador chillido cuando Poseidón se separaba de él por cualquier otra cosa que el alfa necesitara.

A ese punto, el rubio de verdad se preguntaba si podría hacer algo para tener de vuelta a su pareja, el sexo de aquel modo no era igual y aunque intentaba no ser brusco acababa frustrado porque Kōjiro gritaba y lloraba pidiendo que se detuviera como si estuviese abusando de él.

Poseidón soltó un suspiro al divisar sobre la mesita de noche una fina caja de terciopelo negro que resguardaba las argollas que necesitaría si deseaba llevar a su omega en estado de shock al registro civil para casarse y evitar que en cuanto él regresara a la escuela dejándole sólo, fuera deportado a Fukui sin poder evitarlo.


"Debe haber un maldito modo de hacerlo reaccionar, me voy a volver loco y no quiero una incubadora así, no me sirve que parezca estar en estado comatoso chillando por todo..."


-Cásate conmigo el último día del año, pececito.


Kōjiro dejó de esconder el rostro en el pecho de su alfa al oír aquello, dejando que Poseidón aprovechará aquel gesto para besarlo, aprisionándolo entre su cuerpo y las mantas que conformaban su nido.


-¿Casarnos...? Pero... Espera, Poseidón...


Un sentimiento de miedo inundó su ser y aunque intentó apartar al rubio porque necesitaba respirar, pronto captó las feromonas del mayor haciéndole sumiso a todo lo que él dijera y bajo ese efecto recibió al alfa en su interior sin estar consciente de sus acciones ni de haber accedido a contraer matrimonio.

Sin embargo eso no le importaba a Poseidón, el cual la pasó dejando nuevas marcas rojizas en aquella piel mientras abultaba el vientre de su pareja con su esencia.


"Nadie va a separarme de ti, pececito. Eres mío y seré tu dueño hasta que me harte de serlo o te mueras, lo que ocurra primero"


La voz quebrada de su pareja llamándolo, pidiéndole que parara un momento resultaba ser el mejor estimulante que podría tener ya que aunque él dijera que no, su cuerpo no dejaba de llamarlo ni de fundirse con el suyo.


"Debí haberlas usado hace mucho... Mierda, está tan apretado ..."


Sonrió satisfecho al verlo temblando, con infinidad de marcas rojizas decorando esa suave piel de aspecto aperlado producto de una serie de encuentros pasionales, intentando desesperadamente de regular su respiración.

Kōjiro se sentía extraño, algo en su cabeza le gritaba que aquello no estaba bien porque no podía recordar absolutamente nada, sólo se sentía cansado y necesitado del calor de su alfa.

Soltó un chillido que se silenció al estar entre los brazos del rubio, ganándose un beso en la frente en cuanto levantó el rostro que reflejaba signos de cansancio pero sostenía una pequeña sonrisa por estar cerca de su destinado.


-En unas horas más serás mi esposo, pececito... nadie va a poder separarnos después de esto -Sujetó el mentón del azabache para inclinarse y reclamar aquellos labios, aprovechando que seguía bajo el efecto de las feromonas fue empujándolo otra vez hacia el futón que conformaba el nido del japonés.

── ❝ 𝑰𝒏𝒕𝒐 𝑻𝒉𝒆 𝑮𝒓𝒆𝒚 ❞ ──Donde viven las historias. Descúbrelo ahora