── ❝ 𝑰𝒏𝒕𝒐 𝑻𝒉𝒆 𝑮𝒓𝒆𝒚 ❞ ──

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒔𝒆𝒊𝒔.

"I complicated our lives
By falling in love with him
I complicated our lives
Now I'm losing my only friend
I don't know why, I had to try
Living my life on the other side..."

-Loves Me Not, t.A.T.u

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Fukui, Japón.

Después de terminar su llamada con Qin, arrojó su celular lejos, comenzando así a destrozar todo a su paso.

Se sentía confundido, perdido por lo que había experimentado y no deseaba saber nada de nadie, sólo necesitaba con urgencia estar entre los brazos de su destinado.

Hrist era su mejor amiga. Fue la única que le frecuentó después de dejar la universidad para vivir con Poseidón.

Qin le había dado la espalda tras haber decidido estar con su alfa sobre la vía más sensata que era seguir con sus estudios; Shiva iba cada cierto tiempo a visitarlo acompañado de Raiden, la cual solía llevarle algún regalo y darle frases motivacionales para que no cayera en el abismo de la depresión porque su casi hermano le repudiaba.

Jack era el que más convivencia brindaba. Heracles era compañero de curso del rubio, y ya que ellos se habían emparejado era común verle llegar con el fornido alfa a todos lados.

Fue en aquel momento de su vida donde Hrist le brindó su amistad al punto de ser su confidente de las cosas que sucedían en ella.

El saber 5 años tarde que la pelimorada estaba enamorada de él desde sus días de escuela hizo que se sintiera traicionado y usado.

"Siento que compliqué nuestras vidas al enamorarme de mi alfa, pero ahora, he perdido a mi mejor amiga y esta vez para siempre..."

A diferencia de su amistad con Qin, Hrist era una persona a la que ya no podía volver a contactar en lo que le restara de vida. Jamás podría volver a verla a los ojos sin sentir que todo lo que habían vivido juntos fuese falso, como una manera de tener ese amor frustrado que siempre deseó.

"Ya no puedo estar cerca de ti, Hrist. Te perdí..."

Gritos, golpes y cosas rompiéndose era lo único que se escuchaba fuera de la casa perteneciente a Sasaki, alertando a los escasos vecinos que tenía.

Todos se quejaban del ruido como si fuera una pelea doméstica peligrosa, pero sólo uno tuvo el coraje de salir de su casa e irrumpir en la del azabache para saber qué demonios sucedía.

Saltando una barda de más de dos metros de alto, Susanoo Mikoto fue el valiente que se adentró en aquella casa que su familia cuidó un tiempo tras la muerte de la pareja que vivió allí.

Le seguía pareciendo extraño que no tuvieran descendencia, pero los Tsubame no eran personas que les gustara socializar, o al menos eso fue lo que se decía de ellos cuando llegó a vivir allí.

Avanzó sigilosamente, curioso de encontrar al causante del alboroto, no obstante, su instinto se sintió atraído de inmediato por el suave aroma a flor de cerezo y té de jazmín.

"Un aroma dulce... demasiado delicioso... ¿Acaso es omega...?"

Caminaba despacio, temeroso de encontrarse con alguna escena no apta para sus sensibles ojos, pero fascinado con el delicado olor que, a medida que avanzaba por la residencia, se hacía más intenso haciéndole salivar.