~ ¿Quién iba a decir que las serpientes conquistan tan bien? ~ Grace ღ
A la vida de una chica siempre llegan tres amores: su mejor amigo, su primer amor y el amor de su vida, pero hay uno que siempre se queda en su corazón. Grace esta a punto de des...
- ¡Te dije que extendieras el marco teórico! - protesté.
Ron suspiró.
- Extraño a Hermione.
La profesora Mcgonagall nos había mandado a escribir un pergamino sobre las conversiones de animales a objetos de 40 centímetros. Para nosotros era toda una abominación. Ron ya no sabía qué más decir y su pergamino aún le faltaban diez centímetros, yo lo había terminado el día anterior. Estábamos en la sala común, muchos chicos charlaban a nuestros alrededores. De un momento a otro la profesora irrumpió en la sala.
- ¡Pongan atención, por favor! - llamó -. Debido a los recientes sucesos hay nuevas reglas que se aplicarán de inmediato. - abrió un pergamino y lo leyó -. Todos los estudiantes regresaran a la sala común a las seis en punto por la tarde; serán acompañados a todas las clases por un profesor sin excepción - la profesora cerró el pergamino y nos miró -. Debo decirles esto si no se captura al que haya hecho estos ataques es probable que el colegio cierre.
Dicho eso se fue. Todos los chicos empezaron a murmurar al respecto y compartir miradas preocupadas, curiosas y nerviosas. Yo empecé a jugar con el dije de mi cuello, me ayudaba a tranquilizarme. Harry frente a nosotros se quitó los guantes de su uniforme de Quidditch serio.
- Debemos hablar con Hagrid - anunció.
Ambos negamos con la cabeza.
- No pienso que sea él, pero si él soltó al monstruo la última vez sabe entrar a la cámara de los secretos y eso es algo.
- Pero ¿no oíste? - murmuré.
- ¡Solo podemos dejar la torre para ir a clases! - explicó Ron.
- Es hora de usar la capa de papá.
Ron y yo nos miramos dudosos pero no íbamos a poder convencer a Harry de lo contrario.
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Cuando Hagrid nos abrió me preocupé, habíamos salido del castillo al anochecer bien pegados bajo la capa de invisibilidad. Yo había tocado la puerta lo suficientemente fuerte como para que nos escucharan, Fang gruño al otro lado. Luego Hagrid abrió la puerta y tenía un arma en la mano.
Nos quitamos la capa alarmados por su mirada curiosa, cuando nos vio suspiró aliviado.
- ¿Para qué es eso? - pregunte, mirando la ballesta.
- Aaa... para nada - balbuceó Hagrid -. Yo esperaba que... No importa. Pasen, les serviré té.
Nos apresuramos a entrar en la cabaña. Las manos de Hagrid temblaban y el té se derramó sobre la capa. Se veía muy nerviosa.