Juan Cruz y Ezequiel son amigos desde pequeños. Su amistad es inquebrantable y se complementan a la perfección. Sin embargo, cuando una tarde de verano un camión de mudanza se detiene en su barrio, las cosas toman un drástico giro: Coni será la nuev...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El último mes fue una locura: los pedidos para construir cunas infantiles se duplicaron, las consultas médicas de papá se reprogramaron súbitamente y las llamadas de Juani me estuvieron fastidiando.
Enhorabuena por el trabajo; el mes pasado contratamos a un chico nuevo, muy dispuesto a aprender y con empuje. Papá de una beba de seis meses, admitió estar en la lona y no pude negarme a darle una mano.
De momento, responde perfectamente a mis órdenes. No sucede lo mismo con Dardo, quien ha estado bajo la tutela de mi padre desde que comenzó el negocio y creyó- erróneamente- que algún día se quedaría con él.
Hemos discutido más de lo que hablamos como personas civilizadas. Como si fuera poco, me amenazó con demandarme. Lo cierto es que no quiero que papá sepa que el idiota de su viejo empleado está llegando tarde todos los días, alegando que "hace lo que quiere porque sin él, el negocio no funciona".
Forro de mierda.
Evito confrontarlo a pesar de que me saque de las casillas, pero cada vez, lo logro menos. Coni me ha estado insistiendo conque contrate a alguien en su lugar, pero el maldito es genial en su trabajo.
En cuanto a la salud de mi padre, está cada vez más frágil. Sin ir más lejos, mañana tiene cita con un oncólogo. La sospecha de un cáncer irreversible nos tiene a ambos de mal humor; aun así, trato de que él solo vea mi positivismo, pese a la sospecha de su poco tiempo de vida recayendo sobre mis hombros.
Con respecto a Juani...¡Ay, Juani!
Ha estado hostigándome para que hable por teléfono con él. Me ha dejado infinidad de mensajes en el buzón de voz pidiendo que interceda en su relación con Coni. No solo no quiero porque creo que debería ser lo suficientemente adulto y hacerse cargo de sus mocos, sino porque desde que se separaron, veo a Coni más sonriente, sin estar pendiente del teléfono de su casa o sin deprimirse porque no le escribe.
Entretenida con los preparativos del casamiento de su hermana, la encuentro feliz. Le diseñó las invitaciones, las tarjetas para las mesas, otras etiquetas para los souvenirs y no sé cuántas cosas más.
Luce radiante. Liviana. Entusiasmada.
No desestimo que extrañe a Juani, ya que han estado muchos años juntos. Tampoco que se haya olvidado de él y sea capaz de verme con otros ojos.
De aquella vieja noche navideña no se ha vuelto a hablar; los comentarios sexuales tratan de evitarse y a pesar de la tensión que circula a nuestro alrededor cada vez que estamos solos, ninguno avanza.
Hoy me toca acompañarla a ver un vestido y si bien me alegra compartir momentos con ella, esto no es lo que imaginé cuando me pidió un favor.
―Te prometo que esta es la última tienda a la que entro. ¡Por fis, por fis! ―prácticamente me arrastra hacia este local. Hemos recorrido todo el shopping al menos dos veces y no encontró nada que la convenza.