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Salgo por la puerta y allí lo veo

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Salgo por la puerta y allí lo veo. Juani tiene una ligera barba, algo poco frecuente en él. Lleva los anteojos puestos, dejando de lado los lentes de contacto que usa cuando juega.

Los pasos que me separan hasta la reja – una adquisición casi por obligación a causa de los robos que los vecinos han sufrido estos últimos años – se asemejan a los de la milla verde.

Soy injusta, lo sé y estoy dispuesta a sacar de su miseria a Juani. Él merece a una mujer fiel, honesta, que esté con él ciento por ciento, en cuerpo y corazón.

―Perdón, pero no podía seguir sin saber de vos ―su voz es un gemido de dolor. Quito la llave de la puerta y le abro ―. ¿Puedo pasar? ―pregunta ante mi silencio.

―Sí, sí, claro. ―Los segundos que pasan hasta que ingresa en la vivienda son en completo estrés y análisis de ambas partes.

―Sé que tendría que haber esperado a que me respondieras alguno de los mensajes que te mandé, pero la ansiedad me mataba ―Se muerde el labio y la cantidad de pasos que da hacia adelante son los mismos que los que retrocedo. Choco contra la mesa y él se detiene ―. ¿Esto hice con vos?¿Alejarte tanto que ni siquiera puedo acariciarte? ―su mirada triste me desarma. Muerdo el interior de mi mejilla, evitando llorar como una tonta.

―Nunca fuiste vos, Juani. Siempre se trató de mí ―las palabras encuentran un orificio de salida. Llevo la mano a mi pecho, sintiendo el frenético latir de mi corazón traicionero.

―No, me niego a escuchar el típico "no sos vos, soy yo". No. ―su cabeza se sacude de un lado al otro ―. Somos mejor que eso.

―¿Qué somos, entonces? ―mi labio inferior tiembla, con la culpa como estandarte.

Juani me mira, con la ignorancia de saber todo lo que he ocultado durante este tiempo dentro de mi mente, ignorando el recorrido que los dedos de Ezequiel han trazado sobre mi piel.

―Un matrimonio atravesando una crisis. ―Desliza con facilidad.

―Crisis es una palabra muy pequeña ―Suelto, también con facilidad.

Juani se quita la campera de cuero que tan bien combina con su sweater de cachemira color chocolate y sus jeans claros. Sigue siendo un hombre hermoso, atlético, considerado.

No me gané nada de lo que es.

A continuación arrastra una de las sillas y eleva las cejas preguntando en silencio si puede sentarse. Asiento y lo hace.

―Estas semanas fueron insoportables sin vos a mi lado.

―Juani, esto ya lo escuché y...

Exhibe su palma, silenciándome con educación.

―Por favor, dejá que te diga todo lo que ocurrió durante tu ausencia.

Quiero que se vaya, que deje de retorcerme el puñal en el estómago, pero no lo hace. Cruzo los brazos sobre mi pecho y tomo asiento a dos metros de su silla.

"Algo más" -Completa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora