CAPÍTULO 27: Niños

50 3 0
                                    

Alguien toco a la puerta. Era Criss que de seguro venía a preguntar si estaba bien.

—Buenos días Scarlett —me saludó—. Puedo pasar, te traje ropa limpia.

Tape mi cuerpo con una toalla antes de decirle que si.

—Puedes pasar, me estaba bañando.

El hombre abrió la puerta y sin mirarme dejó una pila de ropa sobre el lavado.

—Te traje algunas prendas para que tengas de donde elegir. Phoe se fue por tu desayuno.

Sólo asentí con la cabeza. Criss se giró para verme. El me recordaba a uno de mis hermanos. Tenía un hermano de su edad cuando los vampiros nos atacaron.

—Me alegra que estés bien —comentó—. Te esperaremos afuera.

Escogí un atuendo color rojo; ese era mi color favorito.

Después de muchos años logre retomar mi antiguo peinado. Solía llevar una trenza de tres en la parte alta de mi cabeza; asemejaba una corona y el cabello restante me quedaba libre alrededor de mi cuerpo.

Necesitaba que me vieran tal y como era en mis mejores años de cacería. Tan sólo me faltaban las armas y estaría lista. Los guardias me dejaron de desayuno una botella que contenía un revitalizante. En la puerta se hallaban Criss y Jael; Phoe había ido a asearse.

No había rastros de Antry por ningún lado. Me senté en la cama porque no tenía nada que hacer. Debía esperar a que el coronel Yulian viniera a darme órdenes. Sin embargo siempre había tiempo para los paseos.

Una fuga por la ventana no era nada grave. Iría y vendría en un momento. Corrí hacia ella y con toda mi fuerza dañe el pestillo. La abrí de par en par. Estaba a unos veinte pisos del suelo; había saltado por acantilados mucho más altos. No había brisa pero al menos había más luz.

Recordé la advertencia del Lord. Si me fugaba el se las iba a cobrar con mis guardias. Así que lo mejor era avisarle y decirle que sólo daría un paseo.

—Criss, Jael, pueden venir.
Criss abrió la puerta; tras suyo venía Jael.

—¿Qué estas haciendo ahí?  —preguntó Jael al ver la ventana abierta.

—Díganle a el Lord que vuelvo en una hora y que salí en busca de pistas.

—¡No lo hagas! —exacerbo Jael.

Me deslice por la ventana en un microsegundo y descendí a gran velocidad. Percibí una picazón en mi piel. Quizá el aire contaminado me producía alergia.

Caí de pie provocando un leve temblor. Dañe el asfalto y también dañe los zapatos nuevos que Criss me había traído. A parte de eso todo estaba medianamente normal.

Si era que se podía llamar normal a un mundo gris. Empecé a caminar porque debía alejarme del comando. Los habitantes de la ciudad se movían en esos autos raros. Y no había ni un sólo ser en la calle.

Los edificios de gran tamaño se alzaban todos hacia el cielo en forma de punta. Esa forma era típica de los vampiros. En cambio habían unos complejos en los cuales varias casas idénticas formaban círculos alrededor de una vivienda más grande. Esas eran las tribus de los licántropos. Y su estilo asemejaba a el de la manada y su Alfa.

Olía sólo a eso. A vampiros, licántropos, humo, gases tóxicos, y basura.

Jamás me imaginé el futuro de la humanidad tan horrible. Habían ganado la guerra contra la vejez y las enfermedades, pero habían perdido la batalla contra la contaminación. Y no sólo ellos, sino también los vampiros y licántropos. Las tres especies estaban en un proceso masivo de extinción.

CAZADORES DE BESTIAS 1: La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora