CAPÍTULO 44: Volverás a mí

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ANTRY:

Abrí los ojos con lentitud; me dolía todo el cuerpo. Observé a un lado y vi a un doctor que se hallaba haciendo algunas anotaciones.

—Hola Antry, ¿Cómo te sientes? —preguntó el hombre.

Asentí en su dirección, tenía la garganta seca y no creía poder hablar.

—Hemos decidido despertarte porque las heridas han sanado en su totalidad —dijo revisando la intravenosa—. Mañana te daremos de alta.

Bueno, al parecer no estaba muerto.

Mis últimos recuerdos eran la voz de ella. Scarlett me había salvado de las garras del Alfa.

Revisé con mis ojos cada rincón de la habitación, buscando su presencia pero no había nadie más.

—¿Alguien a venido a verme? —interrogue con voz pastosa.

—Sí, una mujer.

Esas palabras hicieron que el corazón me diera un vuelco.

Mi Scarlett estaba al pendiente de mi.

—Se llama Alice, su prometida.

Retiro lo dicho.

—Sus compañeros, y el ministro Vega también han estado muy al pendiente de usted —añadió el médico—. Su recuperación fue muy rápida, logramos que no le quedarán cicatrices de las heridas.

—¿Cuanto tiempo llevo aquí?

—Una semana.

—¡Tanto tiempo! —exclame.

Intente removerme sin embargo tenía las extremidades adormiladas.

—Tranquilo Antry, voy a llamar a la fisioterapeuta para que te ayude a recuperar tu movilidad —agregó colocando un mano sobre mi hombro—. Ya te lo dije, mañana mismo te daremos de alta.

—Podría hacerme un favor doctor.

—Si claro.

—No le informé a mi prometida de mi recuperación, la verdad quiero darle mañana la sorpresa.

A veces eso de mentir se me daba muy bien. La verdad era que no deseaba tener a Alice encima mío todo el día.

Era insoportable tener que rechazarla cada instante de mi día.

—Si como lo prefiera. Mandaré a que te traigan algo de comer.

El doctor abandonó la habitación. Mire mi abdomen y la imperceptible cicatriz de la cirugía.

Los avances tecnológicos hacían posible que una cirugía complicada no dejará huella en el cuerpo del paciente.

Las cicatrices no me importaban, pero desde que Scarlett abandonó la prisión procuraba verme lo mejor posible, para impresionarla.

Era difícil siendo humano verme igual de bien a algunos vampiros y licántropos. También era imposible igualarlos en habilidades y fuerza. Por tal razón me sentía cada día más inseguro.

Y esa inseguridad había aumentado al enterarme que ella no había ido a verme.

Quizá estaba encerrada y no la dejaban salir a ningún lado.

Tendría que ser eso.

Después de comer algo escuche risas provenientes del pasillo. Incluso muerto podría reconocer esas carcajadas.

—¡Antry! ¡Hermano! —voceo Criss abriendo la puerta de par en par—, ¿Estás bien?

—Me siento muy bien, ¿Y ustedes como están?

CAZADORES DE BESTIAS 1: La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora