CAPÍTULO 49: Bunker

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SCARLETT:

Las pocas pertenencias que tenía las llevaba todas en una maleta pequeña. Wenter me había ayudado a guardarlas, aun no sabía si ella era la traidora, de todas maneras debía de tener mucho cuidado.

La puerta del ascensor se abrió y lo primero que escuche fue su voz.

Antry estaba en la entrada del comando. Me puse rígida al ver a una mujer tomarlo por el cuello.

—No se me ha olvidado —dijo Antry—, ya todo esta listo ¿Verdad?

Esa tonta larguirucha debía de ser su novia. Alice...

—Claro que si; ayer compré tu traje, te verás tan guapo  —comento ella besándolo —. Quiero que sea ya nuestra luna de miel.

Si no le quitaba las garras de encima lo único que conseguiría sería una ida al cementerio.

La mujer hizo ademán de besarlo en la boca. Antry colocó sus manos sobre sus hombros y la alejó.

—Aquí no Alice, alguien podría vernos y me pueden llamar la atención.

Él se movió y fue allí cuando me vio. Sin embargo, yo no podía despegar los ojos de Alice.

Estaba tan celosa de esa mujer que no sabía como reaccionar.

Le tenía tanta envidia. La infeliz poseía todo lo que yo quería. Se iba a casar con él; tendría una vida a su lado y todos los días despertaría en sus brazos.

Me imaginaba a Antry sonriéndole (cosa que nunca lo había visto hacer) y sentía morirme.

Daría mi inmortalidad por tener una vida mortal a su lado. Tener hijos y envejecer juntos hasta la muerte.

Pero, yo nunca podría ser madre, y el jamás sería mío. Esa era mi cruel y horrible realidad.

Alice avanzó hacia mi. Era mejor que no lo hiciera porqué no sabía como iban a terminar las cosas.

—Hola, ¿Tú eres Scarlett? —preguntó.

—Sí —conteste.

Antry se acercó a nosotras. Estaba preocupado, lo podía notar.

—¿En serio?, es que...

La mujer me observo de pies a cabeza, y me dedico una mirada de desaprobación.

—¿Qué? —la inste a que siguiera hablando.

—Es que te imaginaba diferente —comentó la mujer con una sonrisa fingida.

—¿Diferente como? —cuestione.

—Más bonita... más delgada; estás gorda.

Hija de…

Sentí que la calor se me subía al rostro. Si no fuese humana ya le hubiera estampado la cara contra la pared.

Quería gritarle allí mismo que Antry era mío. Y que habíamos estado a punto de hacer el amor. Que ella no despertaba en el nada y que a la que deseaba era a mi.

Solo a mi...

Si ella quería ofenderme, yo también podía hacerlo. Apreté los dientes y esboce una pequeña sonrisa. La mujerzuela se reía en mi cara.

—En cambio yo si te imaginé exactamente a como te estoy viendo —agregué.

—¿Cómo es eso? —interrogó.

—Siempre te imaginé estúpida y tonta  —solté con ira—, pero la realidad superó la expectativa.

El rostro de Alice se puso mucho más pálido de lo que ya era. El que juega con fuego puede quemarse.

CAZADORES DE BESTIAS 1: La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora