CAPÍTULO 57: Amor (Escena spicy)

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SCARLETT:

Le destroce la camisa. El dejo mis labios y descendió hacia donde mis pechos desnudos miraban hacia el cielo. Clave mis uñas en la cama a la vez que lanzaba un jadeo.

Me mordí los labios cuándo sentí su lengua sobre la areola de mi pecho derecho. Ingresó mi pezón entero en su boca. Percibí sus dientes sobre mi piel; luego siguió con el otro dejando mi piel dura y erizada.

Deseaba que siguiera y no parará nunca.

Siguió bajando y dejando un camino de besos húmedos sobre mi abdomen.

Quería tocarlo... pero no sabia si tenía voluntad suficiente para no herirlo. Me levanté un poco para que bajar mi pantalón fuera mucho más fácil. El lo hizo con total facilidad y lo arrojó lejos de mi.

Solo me quedaban unas bragas que no tapaban mucho. Se levantó y ante mi mirada atenta se deshizo de sus pantalones.

Su prominente erección amenazaba con romperle los bóxer cortos negros que llevaba. No podía despegar mi mirada de sus partes bajas. El estaba mejor dotado de allí abajo de lo que yo creía.

Tomo uno de pies y empezó a besarme descendiendo sus besos por mis piernas, luego siguió avanzando hacia mi zona íntima. Cerré los ojos y me mordí los labios. Yo ya podía sentir mi propia humedad cuando llegó allí.

Me bajo las bragas con suavidad. Sus ojos me observaron, luego abrió mucho más mis piernas. Trague saliva. No sabía que pasaba por su mente, ni que era lo que quería hacer. Se agachó metiéndose en medio de mí.

Percibí sus labios besar mi parte íntima, y luego siguió bajando. Sentí su lengua pasearse por mi clítoris; mientras me apretaba las caderas con ambas manos. Adentro su lengua un poco, haciendo que mi cuerpo entero se paralizará. Como si tenerlo así fuese algo imposible.

Seguí ejerciendo mi fuerza en el colchón que ya se había roto. Mis dedos estaban llenos de algodón blanco.

Oh cielos...

El seguía moviendo su lengua y sus labios, y me daba pequeños mordiscos que me hacían soltar gemidos que nunca creí que salieran de mis labios.

Quería tocarlo y besarlo. Fundirme en su piel pero tenia miedo. Antry pareció notarlo, ya que levantó la cabeza para mirarme.

—Mi vida —dijo con voz ronca—, estas tensa, no quiero que te contengas.

Suspire hondo, era tanto tiempo sin tener relaciones con alguien que se me había olvidado que debía hacer.

—Amor —era la primera vez que lo llamaba de esa manera.

El ascendió por mi cuerpo dejando besos húmedos en mi piel, siguió subiendo hasta que quedamos cara a cara. Advertí su firmeza pinchar uno de mis muslos.

—Eres lo mejor que me ha pasado en más de siglo y medio —acaricie su pecho—, no quiero hacerte siquiera un rasguño. Te deseo tanto que me aterra perder el control y herirte.

El sonrió de una manera que jamás lo había visto. Me dejó ver sus dientes y los ojos se le achicaron hasta casi cerrarse. Su boca se hizo más delgada y él se me antojó más atractivo que antes.

—Estoy seguro de que nunca me harías daño —agregó, me miro fijamente—, además me dijiste amor. Así que no puedes hacerle daño al amor de tu vida.

Ese era el apelativo perfecto.

El amor de mi vida.

—No seas tan presumido —le dije besando su cuello. Él cerro los ojos y suspiro profundamente.

CAZADORES DE BESTIAS 1: La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora