Capítulo LXIV - El fin de todo (4/5)

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La falta de sueño y el agotamiento físico se manifestaban en mi cuerpo mientras permanecía sentada en la fría y solitaria fábrica abandonada. La incertidumbre sobre lo que el destino tenía reservado para mí mantenía mi mente en vilo, cada minuto parecía una eternidad en aquel lugar cargado de secretos y amenazas.

De repente, un hombre entró en la fábrica. Con movimientos rápidos y precisos, me desató, pero antes de que pudiera articular palabra alguna, me tapó la boca con una venda. Sin poder oponer resistencia, me colocó un saco en la cabeza y me llevó fuera del lugar. Aunque mis sentidos se hallaban limitados, pude percibir el cambio de ambiente al subir a un vehículo. El motor arrancó, indicando que mi destino era desconocido.

Finalmente, el coche se detuvo, y fui sacada con cuidado. Al quitar la bolsa de mi cabeza, me encontré en un lugar más fresco, aunque el frío se colaba hasta los huesos. Volvieron a atarme, pero esta vez las sogas solo aseguraban mi posición. Mi vista se encontró con un cristal gigante frente a mí, y gradualmente, imágenes de carreras de coches comenzaron a reproducirse.

A pesar de la confusión y el agotamiento, me di cuenta de que estaba siendo sometida a una especie de tortura psicológica. Observé las imágenes de los coches corriendo a toda velocidad, sin comprender completamente la conexión entre este espectáculo y mi situación. La incertidumbre se cernía sobre mí, como una sombra más enredada en esta compleja trama.

La compuerta se abrió lentamente, y la voz resonó a través de los altavoces, dando paso a una revelación que dejó mi corazón en un estado de completa conmoción. Allí, al otro lado del amplio cristal, se encontraba el piloto, aparentemente en una conversación con alguien. ¿Justin?

El piloto se dio la vuelta por unos segundos más, y cuando finalmente giró, el tiempo pareció detenerse. Mi mundo se paralizó por completo ante la impactante revelación. Griffin. Era él. Su cabello rizado, sus cejas, la poca barba que adornaba su rostro... Mis ojos se llenaron de lágrimas, y mi garganta emitió un grito silenciado por la venda que cubría mi boca. Me retorcí, intentando asimilar la realidad que se extendía frente a mí.

Mi hermano, quien se suponía que estaba muerto, estaba vivo y frente a mis ojos. La emoción y el asombro me desbordaron, y mis lágrimas se mezclaron con gritos ahogados de alegría y desconcierto. La venda, un cruel recordatorio de mi impotencia, sellaba mis palabras y dejaba mis emociones atrapadas en el abismo de lo inexplicable.

Es Griffin.... - digo con fuerza pero mi voz casi no sale - por el amor a Dios, es mi hermano - continuo gritando ahogadamente - ¡¡¡¡GRIFFIN!!!! -Mi corazón latía con fuerza, y mis lágrimas continuaban fluyendo como un torrente desbocado.

El fuerte golpe en mi rostro resonó como un estallido de dolor, y mi cuerpo cayó al suelo. La punzada aguda de la sangre brotando se convirtió en una prueba tangible de la violencia que me envolvía. Al levantar la mirada, me encontré con la figura de Memo, una presencia conocida que ahora se revelaba como parte de esta retorcida trama.

Cállate - vociferó con desprecio, sus palabras resonando como un eco de traición en mis oídos. Mi expresión de asombro y confusión estaba grabada en mi rostro, incapaz de comprender cómo alguien que había compartido parte de mi vida podía estar involucrado en esta pesadilla 

Tarde o temprano lo ibas a saber - continuó Memo con frialdad - Yo le ayudé a Simon en todo esto. Él me dio las herramientas para vengarme de ti y de todo lo que me hiciste - Sus palabras golpearon como una marea de amargura y resentimiento - En la universidad, al nerd con cara de idiota, ¿quién iba a querer? Intenté acercarme a ti, y siempre me rechazabas - La revelación de su participación en este retorcido juego de venganza dejó una sensación amarga en mi boca -

Memo, con una expresión de desprecio, me levantó del suelo, pero no sin antes propinarme un último vistazo lleno de odio. Mientras me mantenía de pie, la figura de Simon se acercó, sus ojos ocultos detrás de los lentes oscuros, pero su presencia emanaba un aura de autoridad retorcida.

Levántala, Memo. Pero no te confundas, no hemos terminado -  advirtió Simon, su tono calmado pero amenazante. A medida que Memo cumplía sus instrucciones, Simon se acercó y, con una destreza inexplicable, retiró la venda que cubría mi boca. La libertad momentánea de mi voz estaba marcada por el peso abrumador de la incertidumbre que se cernía sobre mí.

Peligro En Mi CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora