Capítulo extra/parte 2-3

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Ver a Ian crecer ha sido una experiencia llena de alegría, descubrimientos y amor incondicional. Nuestro pequeño ha llenado nuestra casa de risas y energía desde el momento en que nació. A sus dos años, es un niño vivaz y curioso, con un amor particular por la batería. Aunque apenas es un niño, su pasión por la música es evidente. Cada vez que escucha el ritmo de una canción, sus ojos brillan y sus manitas se apresuran a golpear cualquier superficie como si fuera un tambor.

Matt y yo hemos tratado de mantener un equilibrio entre nuestras ocupadas carreras y el tiempo que pasamos en casa. No es fácil, pero nos esforzamos por hacer que cada momento cuente. A pesar de nuestras ausencias, siempre nos aseguramos de que Ian se sienta amado y cuidado. La rutina diaria incluye juegos, canciones y mucho cariño.

Recuerdo claramente la tarde en que llegué a casa después de un largo día de grabaciones. Había sido un día agotador, pero tenía una sorpresa especial para Matt que había estado esperando darle. Cuando entré en la casa, el sonido de la batería llenaba el aire. Me dirigí a la sala de música y allí estaban Matt e Ian, completamente inmersos en su pequeño concierto privado. Ian, con sus rizos desordenados y una sonrisa radiante, golpeaba los tambores con entusiasmo, mientras Matt lo observaba con una expresión de orgullo y amor.

Me quedé en el marco de la puerta, disfrutando de la escena. Era un momento perfecto, una instantánea de felicidad pura. Matt fue el primero en notar mi presencia. Sus ojos se iluminaron y me sonrió, como si yo fuera una estrella que acabara de aparecer en su cielo.

¡Mami! —gritó Ian al verme, soltando sus baquetas y corriendo hacia mí con sus bracitos extendidos. Lo levanté en mis brazos y lo apreté contra mí, inhalando su dulce aroma. Matt se acercó a nosotros, y por un momento, todo se sintió perfecto. La familia reunida, el amor palpable en el aire.

Tengo algo que contarte, Matt —dije con una sonrisa enigmática.

¿Sí? —respondió, sus ojos llenos de curiosidad.

Pero necesito que bajes al coche. Es algo bastante pesado.

Matt me miró con sorpresa y un toque de diversión. Sabía que algo especial estaba por suceder, así que sin hacer preguntas, salió corriendo hacia el coche. Lo seguí, con Ian todavía en mis brazos. Cuando Matt abrió el maletero, encontró una pequeña caja envuelta en papel dorado. La miró, confundido pero emocionado, y luego se giró hacia mí.

¿De qué se trata? —preguntó, sosteniendo la caja.

Ábrela y verás —le dije, tratando de contener mi propia emoción.

Con manos temblorosas, Matt desató el lazo y abrió la caja. Dentro, encontró un par de zapatitos de bebé y una prueba de embarazo positiva. Sus ojos se llenaron de lágrimas de inmediato y me miró, completamente emocionado.

¿En serio? —preguntó, su voz quebrada por la emoción.

Sí, en serio. Vamos a tener otro bebé —respondí, sintiendo una ola de felicidad.

Matt dejó la caja y corrió a abrazarme, apretándonos a Ian y a mí contra su pecho. Las lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas mientras nos abrazaba con fuerza.

No puedo creerlo —dijo, besando mi frente—. Esto es increíble.

La revelación del sexo del bebé fue un evento sencillo pero lleno de amor. Decidimos partir un pastel, esperando que el color en su interior revelara si íbamos a tener un niño o una niña. Cuando cortamos el pastel, el relleno rosado nos confirmó que una niña estaba en camino. La pequeña Hailee, nuestra princesa, estaba a punto de unirse a nuestra familia.

Los meses pasaron rápidamente mientras nos preparábamos para la llegada de nuestra hija. Ian estaba emocionado con la idea de ser hermano mayor, y a menudo hablaba con mi vientre, contándole historias y cantándole canciones. Matt y yo decoramos la habitación de la bebé con colores suaves y toques femeninos, creando un espacio acogedor y lleno de amor.

El día del nacimiento de nuestra hija fue uno de los más memorables de mi vida. Llegó en una noche tranquila, en el calor del verano. El proceso fue rápido y sin complicaciones, y antes de que nos diéramos cuenta, teníamos a nuestra pequeña en brazos. La llamamos Emily, en honor a mi poeta favorita desde que era pequeña.

Ver a Matt sostener a nuestra hija por primera vez fue un momento que nunca olvidaré. Sus ojos estaban llenos de amor y asombro mientras la acunaba contra su pecho. Ian, quien había estado esperando pacientemente en la sala de espera con mis padres, entró corriendo para conocer a su hermana. Su reacción fue pura maravilla, y se acercó cuidadosamente para besar su pequeña cabeza.

Es muy pequeña —dijo con asombro, tocando suavemente su manita.

Sí, lo es —respondí, sintiendo una ola de amor y gratitud.

Nuestra familia estaba completa, y los días siguientes estuvieron llenos de momentos hermosos y caóticos. Ajustarse a la vida con un recién nacido y un niño pequeño fue un desafío, pero cada día estaba lleno de alegría y amor.

Uno de mis recuerdos favoritos es de una tarde soleada, poco después de que Emily cumpliera un mes. Estábamos todos en el jardín, disfrutando del buen tiempo. Matt estaba sentado en una manta con Emily en sus brazos, mientras Ian corría alrededor con Brando y Martini.

Esto es perfecto —dije, sentándome junto a Matt y acurrucándome contra su hombro.

Sí, lo es —respondió, besándome en la frente—. No puedo imaginarme la vida de otra manera.

Las palabras de Matt resonaron en mi corazón. La vida no siempre había sido fácil, pero los desafíos nos habían llevado a este punto. Habíamos construido una vida llena de amor, risas y momentos inolvidables.

Con el paso del tiempo, nuestros hijos continuaron creciendo y llenando nuestras vidas de alegría. Ian siguió desarrollando su amor por la música, y a menudo lo encontrábamos tocando la batería con un enfoque y una pasión que nos sorprendían. Emily, por su parte, mostró un interés temprano por la danza y la actuación, y nos maravillábamos al verla bailar y actuar con una gracia natural.

Nuestra carrera profesional también continuó prosperando. Matt y yo logramos equilibrar nuestras vidas como padres y profesionales, apoyándonos mutuamente en cada paso del camino. Había momentos en los que parecía abrumador, pero siempre recordábamos por qué lo hacíamos: para construir una vida plena y amorosa para nuestra familia.

Mirando hacia el futuro, sé que habrá más desafíos y más momentos de incertidumbre. Pero también sé que enfrentaremos todo juntos, con el mismo amor y compromiso que nos ha llevado hasta aquí. Porque al final del día, lo más importante no son los premios o los logros, sino el amor que compartimos y la familia que hemos construido.

Mientras escribo estas palabras, escucho las risas de mis hijos jugando en el jardín y el sonido de la batería de Ian marcando el ritmo de nuestras vidas. Me siento increíblemente agradecida por todo lo que tenemos y por todo lo que está por venir. La vida está llena de sorpresas, y estoy emocionada de ver qué nos depara el futuro.

Por ahora, me concentro en el presente, disfrutando de cada momento con mi familia. Porque al final del día, ellos son mi mayor logro y mi mayor fuente de felicidad. Y no hay nada en el mundo que cambiaría de esta vida que hemos construido juntos.

Peligro En Mi CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora