Capitulo LXIX - Reencuentro

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*Pov Matt*

La penumbra se cernía sobre la habitación, solo iluminada por la tenue luz de las máquinas que monitoreaban cada latido de Hailee. Había pasado horas a su lado, dándole besos en la frente, murmurándole palabras de disculpa que nunca recibieron respuesta. Su mano seguía sostenida en la mía, como si mi toque pudiera anclarla de nuevo a la realidad.

La noche avanzaba y el agotamiento se apoderaba de mí. Me dejé vencer por el sueño, pero mi agarre no aflojaba. Cada tanto, le daba un beso en la frente, en un intento de transmitirle fuerza, de decirle que yo estaría allí cuando abriera los ojos.

En el silencio de la noche, algo me sacudió de mi letargo. Los ojos de Hailee se abrieron lentamente, como si emergiera de las profundidades de un sueño profundo. Pero lo que más me impactó fue que sus ojos estaban alerta, aunque confusos. Mis latidos se aceleraron y, sin pensarlo, me levanté de un salto.

Hailee... - susurré, asombrado por la posibilidad de que estuviera despertando. Pero ella no respondía, su mirada se perdía en la distancia.

La realidad me golpeó con fuerza cuando noté que estaba entubada. Mis esperanzas se desvanecieron mientras la veía luchar por tomar aire. Sin que ella se diera cuenta, salí corriendo en busca de ayuda. Grité a los médicos que Hailee había despertado, y rápidamente salieron corriendo conmigo hacia la habitación.

Regresamos en carrera, y ahí estaba, con los ojos abiertos y una mirada perdida. Los médicos comenzaron a evaluarla, y la tensión en la habitación aumentó. Griffin y yo nos quedamos unos segundos en la sala de espera, compartiendo una mezcla de esperanza y temor.

Deberías ir a descansar - le sugerí, reconociendo la fatiga en sus ojos.

No. Necesito verla - respondió con firmeza - 

No es el momento, Griffin - le advertí - El estado en el que está... saber que volviste de la muerte la va a terminar matando- La tensión en la sala de espera era palpable. Griffin, incapaz de contener su desesperación, agarró mi camisa y me empujó contra la pared con una fuerza inesperada.

Debo hacerlo - dijo con voz ronca, sus ojos reflejando una mezcla de angustia y determinación.

No tuve más remedio que terminar accediendo. Lo seguí, un tanto preocupado, mientras Griffin avanzaba con determinación. Cuando llegamos a la habitación, una extraña mezcla de alivio y sorpresa me invadió al ver a Hailee sin los artefactos que la habían mantenido conectada a la maquinaria. Estaba sentada en la cama, respondiendo con calma y asintiendo a cada pregunta que le hacía el médico.

Sin embargo, mi alivio se transformó en preocupación cuando noté la expresión asustada en los ojos de Hailee. Aunque aún no había notado nuestra presencia, su mirada inquieta revelaba una fragilidad que no había visto antes. Griffin, sin embargo, no dudó en tocar la puerta.

El sonido hizo que Hailee y el médico se giraran hacia nosotros. Sus ojos se encontraron primero con los míos y luego se desplazaron hacia Griffin. Un silencio tenso llenó la habitación mientras Hailee nos evaluaba con una mezcla de sorpresa y temor.

Ella no dijo nada. Su silencio era abrumador, como si estuviera procesando la realidad que tenía frente a ella. Mis ojos buscaron los suyos, tratando de encontrar alguna señal de reconocimiento, pero solo encontré una mirada temerosa que se aferraba a la incertidumbre.Griffin se acercó lentamente, su presencia imponente contrastando con la fragilidad de Hailee.

Hola... - dijo con voz suave, tratando de calmarla - Estás a salvo. Matt y yo estamos aquí - Hailee parpadeó, como si estuviera despertando de un sueño profundo. Sin embargo, en su mirada, persistía una mezcla de desconcierto y miedo. No sabía que Griffin estaba con vida.

Griffin, con delicadeza, se acercó y tocó su mano, y en ese instante, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. La confusión y la incredulidad se reflejaban en su rostro mientras Griffin la abrazaba, y ella, en un acto de anhelado consuelo, aceptó ese abrazo que había deseado desde hace muchos años.

Las lágrimas de Hailee fluían libremente, liberando la carga emocional que había llevado consigo. Griffin le hablaba con dulzura, asegurándole que todo iba a estar bien. Sus palabras eran un bálsamo para el corazón herido de Hailee. Ella, en silencio, asentía ante cada promesa que él le hacía.

Griffin, con su abrazo protector, se convirtió en el refugio que Hailee necesitaba en ese momento de confusión. Mientras ella se aferraba a él, yo me quedaba en un segundo plano, observando la escena con una mezcla de alivio y melancolía. Había un nudo en mi garganta al ver la conexión perdida durante tanto tiempo, finalmente restaurada.

Griffin, notando mi presencia, me pidió que los dejara solos. Accedí casi de inmediato, reconociendo que este momento era para ellos, para reconstruir los lazos rotos por el tiempo y la tragedia.

Me senté en la sala de espera, sumido en mis propios pensamientos. La paradoja de sentir alivio por el bienestar de Hailee y, al mismo tiempo, la melancolía de verla encontrar consuelo en los brazos de su hermano, me mantenía en un estado de vulnerabilidad emocional. Aunque quería ser parte de ese momento, entendía que mi papel en la vida de Hailee había cambiado.

Después de unos minutos de silenciosa contemplación, me armé de valor y tomé el teléfono para hacer la llamada que más temía: hablar con los padres de Hailee. Sabía que la madre de Hailee no me tenía simpatía, y ahora, con mayores razones, eso no cambiaría. La incertidumbre flotaba en el aire mientras marcaba el número.

Al otro lado de la línea, la voz tensa de la madre de Hailee resonó, y no pude evitar sentir la frialdad que se avecinaba. Le expliqué la situación con voz firme pero temblorosa, comunicándole sobre el accidente de Hailee y su hospitalización en el Parkside.

La respuesta fue un silencio incómodo seguido de palabras cargadas de desprecio. Sabía que esta llamada solo alimentaría la antipatía que ya existía, pero no podía dejar de hacer lo que era necesario por Hailee.

Después de esa difícil conversación, Griffin, que había salido de la habitación por un momento, regresó y se acercó a mí. Le informé sobre la llamada y mi plan de enviar a alguien por los padres de Hailee.

Griffin, al inicio, mostraba una expresión de incomodidad, anticipando el desafío de enfrentarse a sus padres después de todos esos años en los que se hizo pasar por muerto y del dolor que les había causado, especialmente a su madre. La incertidumbre pintaba su rostro mientras consideraba la posibilidad de hablar con sus padres. Había un conflicto palpable entre el deseo de Hailee de recuperar a su hermano y la posible reacción negativa de sus padres al descubrir la verdad. La tensión se acumulaba en el aire.

Insistí en que enfrentáramos la situación juntos, que no podíamos prever el futuro y que, aunque la verdad podría ser dolorosa, era un paso necesario para la curación y la reconciliación. Griffin, con mirada dubitativa, terminó accediendo. Aunque sabía que el camino por delante sería difícil, era necesario afrontar las consecuencias de sus acciones pasadas y tratar de reconstruir los lazos familiares rotos.

Griffin, no podemos controlar cómo reaccionarán, pero Hailee te ha aceptado como su hermano de nuevo. No importa lo que digan, estamos aquí para apoyarte - le aseguré, tratando de infundirle un poco de confianza.

Asintió con gesto serio, la carga emocional visible en sus ojos. Juntos, nos dirigimos nuevamente hacia la habitación donde Hailee continuaba su reencuentro con la conciencia y el afecto de su hermano.

Peligro En Mi CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora