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―¿Podrías explicarme una vez más?
SeungMin inhaló una profunda cantidad de aire que optó por contener para no tener que soltar un pesado suspiro de frustración. Su cabeza había comenzado a doler y el hecho de estar tan temprano en la biblioteca hacía que su humor no fuese el mejor.
Era la sexta vez que explicaba el mismo ejercicio para ayudar a un chico de la facultad de matemáticas que en solo una hora tendría un importante examen y al parecer había olvidado todo lo que sabía. SeungMin sabía que, como becado, era su responsabilidad ayudar en esas ocasiones a otros alumnos de cualquiera de las facultades, pero realmente les resultaba estresante tener que repetir lo mismo una y otra vez.
―¿En qué parte te quedaste? ―Sonrío sutilmente mientras se enderezaba en su lugar.
―En realidad, me quedé en el inicio ―rió nervioso.
Definitivamente sería un largo día para SeungMin.
Nuevamente inició con la explicación de cómo resolver aquella ecuación mientras trataba de buscarle ejemplos que pudieran ayudarlo a entender mejor. Al cabo de media hora, y sin estar seguro de que hubiese comprendido correctamente, aquel muchacho tuvo que marcharse para poder presentar el examen que iniciaría en 10 minutos. SeungMin por fin puedo dejar escapar el largo suspiro que había estado conteniendo mientras llevaba su mano a su sien para masajear la zona. Esa mañana no había tenido tiempo de desayunar por querer llegar temprano, ya eran casi las 10 a.m y seguía sin haber comido nada, lo cual le aseguraba que su malestar era causado por lo mismo.
En esos momentos agradecía inmensamente que su madre fuera tan atenta y hubiese metido en su mochila, sin su permiso, una lonchera con jugo de naranja y dos cupcakes de vainilla bien envueltos. El hecho de haber encontrado eso solo lo pudo hacer sonreír, porque a pesar de siempre negarse, su madre seguía preparando el desayuno para él.
Esa mañana la biblioteca estaba demasiado vacía ya que muchos estaban en su horario de clases. SeungMin recorría el lugar con la mirada mientras bebía de su jugo con una pajita, notando que casi todas las mesas estaban vacías a su alrededor y pocas eran las personas que estaban en las estanterías buscando algún libro.
Fue en ese recorrido que, sus ojos, se detuvieron con una delicada sonrisa en la mesa circular frente a la suya. Aquella persona que llevaba gafas y leía tan entretenidamente un pesado libro parecía no haber notado que estaba a solo unos metros de distancia. Se veía demasiado serio, como acostumbraba a estarlo las pocas veces que lo había visto. ¿Será que estaba de mal humor?
Aunque debía de admitir que, a pesar de su mala cara, la última vez que cruzó alguna palabra con él, no fue tan cruel como hubiese esperado.
Bajando la vista a su propio lugar, notó que aún no había tocado ninguno de los cupcakes. Nuevamente sonrió al surgir una idea en su cabeza.
Cuidadosamente tomó todos los libros que había utilizado anteriormente junto a su mochila, caminando lento hasta quedar frente a la mesa donde se encontraba la persona que había estado observando. Lo veía muy concentrado, por lo cuál tuvo mucha delicadeza para posar sus libros y sentarse. Rápidamente logró captar la atención de su nuevo acompañante que, al reconocerlo, su expresión se endureció aún más.