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―¿Joven amo?
JooYeon escuchó una traviesa risa detrás suyo cuando aquellas manos cubrieron sus ojos con extrema delicadeza. Sabía de quién se trataba y aún así sentía la misma emoción como si fuese una sorpresa. Cuidadosamente llevó sus manos hacia atrás y giró en su lugar, atrapando su cuerpo entre sus brazos e impidiéndole moverse.
―¡Suéltame!
A pesar de la petición del contrario, JooYeon miró en todas las direcciones para asegurarse que no había nadie. A lo lejos notó dos mucamas, pero estaban ocupadas en otras cosas que solo ignoraban su existencia.
Entonces, dejó un sutil beso en los labios ajenos.
―No puede hacer esto, estoy trabajando.
Le reprochó intentando ser serio, aunque la realidad es que aquellos actos tan repentinos de amor lograban generarle un calorcito en el pecho que, sentía, eran lo único que lo mantenía vivo.
Había pasado un poco más de dos semanas desde la fiesta del Joven JiSeok, donde se atrevió a confesar sus sentimientos y a besarlo por primera vez. Desde ese día, el Joven HyeongJun no se despegaba de él en ningún momento. Aún cuando debía trabajar con lodo, ensuciarse por el abono o tener que trasladar varias plantas, ahí seguía ese bonito chico a su lado, sin importarle y, hasta en ocasiones, ayudándole a realizar su trabajo.
JooYeon sentía que entraba en una pequeña crisis cada vez que su jefe tenía esas interacciones amorosas con él sin vergüenza aparente. Amaba que lo hiciera, generaba un pequeño choque eléctrico de felicidad en su sistema que lo volvía vulnerable y realmente estúpido ante él. Pero tampoco pasaba por desaparecido las miradas curiosas del resto del personal cuando, de la nada, el Joven HyeongJun llegaba y besaba sus mejillas sin pudor, o lo abrazaba a pesar de estar todo sucio.
Se había vuelto un secreto a voces.
Jamás escuchó ningún comentario por parte de sus colegas. Sabía que nadie lo haría con mala intención, pero esperaba escuchar aunque sea los rumores que se habían creado en la mansión. Sin embargo, parece que todo el mundo era consciente de lo que sucedía. El Joven JiSung lo llamaba cuñado como si no fuese algo malo. Nana no decía nada al respecto, pero tampoco parecía estar muy de acuerdo en guardar silencio. JooYeon quería saber que pensaba ella, quería saber si estaba molesta por lo que habían hecho, pero tampoco lograba encontrar el momento para hablar con ella respecto a lo que estaba sucediendo con el Joven Amo.
Aunque, si lo hiciera... ¿Qué se supone que diría?
No es como si pudiera llegar a su lado y decir: "gracias a usted, que me dio este trabajo, me enamoré del hijo menor de la dueña de la casa". ¡No! ¡Eso era una completa locura! No tendría la cara para enfrentarla en un tema tan serio como aquel, por eso solo hablaba con ella de temas relacionados al trabajo.
―¿JooYeon?
HyeongJun chasqueó sus dedos frente al pelilargo que se había distraído mirando hacía otro lugar. Por un momento, su expresión le causó gracia, que arrugaba su entrecejo, concentrado en lo que fuese que estuviese viendo. Pero, rápidamente, esa sonrisa se borró cuando giró en aquella dirección.