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Aquella mañana en el bosque tal vez no fue la mejor. SeungMin se sentía demasiado cansado, el haber pasado casi la noche completa en vela no había sido la mejor idea y ahora podía darse cuenta. Sus hombros pesaban, sus parpados tenían intenciones de cerrarse solos y ni siquiera podía pronunciar palabras coherentes. Lo único que quería en esos momentos era volver a la tienda y dormir hasta la hora del almuerzo sin que nadie se atreviera a despertarlo. Pero era consciente que eso no pasaría y, ver a Gunil pasar por su lado con completa seriedad le hacía entender que ni siquiera intentara hablarle. Por su culpa, el mayor, tampoco pudo dormir.
Sujetando con fuerza los cordones de sus zapatillas, las palabras de Gunil volvieron a él. No podía dejar de pensar en las cosas que había dicho; la forma en la que se disculpaba a pesar de no haber hecho nada malo. Aún cuando no era su responsabilidad, se encargó de pasar la noche despierto a su lado, junto al lago, en la fría brisa y con el cansancio del viaje. Gunil no se apartó en ningún momento.
Una leve presión en su pecho se volvía molestia al recordar ese acto, pero tampoco podía dejar de preguntarse: ¿por qué lo hacía? No creía en su vaga respuesta de "no lo sé". Era imposible no entender sus propias acciones. ¿Por qué Gunil no le quería decir?
Acaso... ¿Era por lástima?
De repente, una intensa amargura le impidió tragar su propia saliva ante tal idea. Era algo descabellado, ¿cierto? Es decir. Gunil no sería capaz de tratarlo con lástima, jamás lo había hecho, ¿por qué lo haría ahora?
Su ceño se frunció ante la mínima posibilidad de que su suposición fuese correcta. No se lo perdonaría. Definitivamente no perdonaría que Gunil lo viese de tal forma. Lo sentiría como un ataque personal y, entonces, la extraña amistad que tanto les había costado crear estaría irremediablemente rota.
―SeungMin, ¿por qué me miras de esa forma?
Para el mayor no pasó desapercibida aquella mirada molesta que le era dedicada. No supo por qué de repente el semi pelirrosa lo observaba como si hubiese hecho algo malo cuando en realidad él recién llegaba de los sanitarios. El menor parecía perdido en un trance, pero con la vista unicamente puesta en él. Si Gunil daba un paso, este lo seguía, si se movía en otra dirección, hacía lo mismo.
―Me estás asustando, Oh.
Pero, para ser claros, ¿por qué de repente le efectaría que Gunil lo tratara con lástima? Esto pensaba SeungMin sin ser siquiera consciente de que el mayor llevaba algunos minutos hablándole. Cuestionarse sus propios pensamientos lo hizo sentirse abrumado. No sería la primera vez que alguien lo trataba de aquella forma, mucho menos desde que ingreso a esa universidad.
Sin embargo, pensar que Gunil sería capaz, le revolvía él estomago absurdamente.
Aquella pequeña molestia que había hecho presencia en su garganta le hizo entender que no desaparecería pronto, y terminó por confirmarlo al dejar escapar un suspiro como vago intento de borrar esa sensación. Sintió un sútil apretón en su hombro que lo hizo alzar la mirada. Ahí estaba él, Gunil, con una extraña mueca de confusión que lo alertó.