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Su día había tenido un giro de 360º gracias a SeungMin y la ayuda que recibió de él mientras estuvieron en la biblioteca. A pesar de que únicamente pasaron juntos una hora y algo, el pelirosa realmente había logrado cambiar por completo su estado de ánimo a uno más alegre y relajado, logró comprender los temas que le resultaban dificil y en más de una ocasión le sacó risas por las ocurrencias que tenía. SeungMin logró hacerlo sentir mejor y eso lo volvía culpable de haberlo tratado mal cuando lo vio, pero se supo disculpar.
Luego se volvieron a cruzar durante el almuerzo, HyeongJun ya iba acompañado de JiSeok y Gunil, quienes lo regañaban por haber apagado su celular cuando ellos habían estado buscándolo por todos lados. El menor solo hacía oídos sordos a los reproches de sus amigos y cuando vio a SeungMin en la fila no dudó en dedicarle la más sincera de sus sonrisas sin que sus acompañantes lo descubrieran. SeungMin también lo miró con una dulce sonrisa para guiñarle un ojo de forma amigable.
HyeongJun no podía evitar pensar que ese chico de cabellos rosas realmente era alguien amigable y que, si las personas como Gunil se atrevieran a conocerlo, se darían cuenta del gran amigo que podía ser. Porque para HyeongJun, SeungMin ya era un amigo más, no como JiSeok o Gunil, pero un amigo de estudios y que había conseguido por cuenta propia, lo cual lo volvía aún más especial.
Eran apenas las 17:00 horas cuando el chofer abrió la puerta trasera del carro para que bajase. Otro profesor se había ausentado y como se trataba de la última hora le permitieron retirarse antes. Su expresión era totalmente distinta a la con que se había marchado esa mañana, ahora estaba sonriente al punto de mostrar sus dientes. Agradeció al hombre que fue por él a la universidad y con pequeños saltos ingresó en la casa, topando de frente a Nana con una de las mucamas a su lado. No pudo evitar fruncir su ceño y ladear sutilmente la cabeza, era notorio que estaban esperando por él, porque al verlo, ambas tomaron una postura recta.
―¿Qué sucede? ―preguntó mostrando su clara confusión. Ambas mujeres se miraron entre ellas y Nana liberó un ligero suspiro para asentir con la cabeza. HyeongJun giró levemente hacia la mucama esperando una respuesta.
―Joven HyeongJun ―se acercó algunos centímetros, moviendo sus manos de forma nerviosa, cosa que no pudo ser ignorado―, hubo una modificación en el lugar donde usted suele estar y...
―¿Qué? ―interrumpió antes de que siguiera, volteando hacía la anciana―. ¿Qué tipo de modificación?
―Bueno, pues...
―¿Quién lo autorizó? ―Su entrecejo se frunció sin intenciones. Quería mantener la calma y no exasperar antes de escuchar, porque si se trataba de algo que había realizado Nana lo entendería y perdonaría―. Nana, ¿hiciste alguna modificación necesaria sin anunciarme?
―Puedo decirte con seguridad que no fuí yo quien lo hizo. ―Ella se mostraba demasiado tranquila mientras posaba todo su peso en el bastón que siempre llevaba consigo, pero su expresión guardaba algo de seriedad, como si quisiese contener algo.