¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
―Aquí está su pedido, vuelva pronto.
JungSu dejó escapar un suspiro de cansancio cuando el último cliente en espera atravesó la puerta. Esa tarde la cafetería había estado muy movilizada debido a los fríos días que cada vez se volvían más intensos.
Como cada año, que el invierno llegara solo significaba una cosa: "más trabajo". Era habitual que para la temporada de otoño-invierno se buscara más personal y debía ser él quien se encargase de instruirlos y explicarles todo lo necesario. Para JungSu esto jamás había sido un problema, pues es una persona que realmente disfruta de su trabajo. Sin embargo, la situación se volvía tediosa cuando tenía que encargarse de caja, de tomar pedidos, de instruir a los nuevos y además hacer uso de las maquinarias.
Estaba exhausto.
Lo peor era que, al mirar la hora en su celular, aún faltaban varios minutos para que su turno acabase. Realmente no se quería dejar vencer por ese intenso dolor de cabeza que se estaba adueñando de él, pero el tintineo de las campanillas de la puerta de ingreso hicieron eco en su cabeza cuando sonaron con tanta fuerza, anunciando nuevos clientes.
Como si fuese algo automático, su postura cambió a una recta y una enorme sonrisa se adueñó de sí en cuanto vio esas dos personas acomodarse en una de las mesas junto a los ventanales. Se encargó de revisar en ambas direcciones para ver dónde estaban sus nuevos colegas, pero al percatarse de que todos estaban en la zona de descanso de la cocina, con expresiones cansadas, sintió que era su deber seguir atendiendo a los clientes.
A veces le sorprendía lo mucho que podía odiarse a sí mismo por ser una buena persona.
Aquella cafetería en la que JungSu trabajaba no era una cafetería más. Quizá desde el momento cero en que piso el lugar pudo conocer a muchas personas las cuales podría denominar como "famosas". Estaba ubicada en una de las localidades más importantes de la capital y jamás conoció a su dueño directo. Muchas de las personas que visitaban la cafetería tenían influencia política, económica o lo que fuese.
Amaba el techo de que, al ser un lugar de clase, debía verse como tal. Llevaba consigo una camisa blanca perfectamente planchada, acompañada de unos pantalones de vestir negros con zapatos de charol del mismo color, tenía consigo un delantal de media cintura color beige que en el centro contenía el logotipo de la cafetería.
Se sentía atractivo e imponente siempre que vestía así.
Claro que eso no quitaba el hecho de que a veces tenía que lidiar con personas un poquito intolerantes, agresivas o malhumoradas que se aprovechaban del hecho de que solamente era un empleado. Pero solo eran "gajes del oficio", como solía llamarlo.
―Buenas tardes y bienvenidos a "Coffe House Kwak". ―Entregó la cartilla que llevaba en manos con una sonrisa―. Mi nombre es Kim JungSu y hoy seré quien se encargue de su tiempo con nosotros. Gracias por elegirnos.