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―Oh SeungMin.
JungSu tomó el brazo de su amigo cuando este comenzó a apresurar su paso como si estuviera escapando. Pudo detenerlo por completo cuando estaban junto al escenario. Demasiadas personas se habían amontonado y el movimiento se dificultaba, pero eso pareció no importarte al pelirrosa cuando quiso soltarse de aquel agarre. Sin embargo, JungSu no lo permitió.
―Necesito que te calmes. ―Intentó sostener su mirada, pero SeungMin estaba mirando en todas las direcciones―. ¿A quién buscas?
―A JooYeon ―respondió tajante―. Tengo que encontrarlo. Debo hablar con él.
La angustia emanaba por sus ojos. Necesitaba confirmar o desestimar lo que había escuchado. Ya no importaba si él tenía sentimientos hacia JunHan, o Han HyeongJun, o como fuese que se llamara. Lo que lo estaba carcomiendo por dentro es que, todo ese tiempo que había compartido lo que sentía por ese chico...
Resultó ser el jefe de su primo.
Se sentía la peor persona del mundo. Aún si él no sabía que se trataba de la misma persona, la culpa había generado un agujero en el centro de su pecho que le dificultaba respirar con normalidad.
El recordar las veces que mencionó lo mucho que le gustaba JunHan, el como desearía estar con él y pasar tiempo juntos. Su primo siempre lo apoyó cuando escuchaba esto, podía pasar horas hablando del chico de la universidad y como era con él, y JooYeon estaría todo el tiempo con una inmensa sonrisa, dándole palabras de aliento y aconsejando que se acercara un poco más, que diera ese primer paso.
Si él hubiera dado aquel primer paso, realmente lo habría traicionado.
Ahora todo tenía sentido.
Cuando JunHan le contó de su jardinero con tanta emoción, cuando de la nada lo cruzaba por los pasillos con flores en las manos, cuando sonreía con tanta emoción, como si hubiera tenido una excelente mañana.
Siempre debió de saber que se trataba de él.
Era una mierda. Se sentía como una mierda. Le gustaba la persona de la cual JooYeon estaba enamorado.
¿Qué haría ahora? ¿Cómo se lo diría?
―Recuerda que Joo está trabajando ―suspiró JungSu―. No puedes hablar algo así en una fiesta, debe ser en un lugar más tranquilo.
―Pero, Su. Necesito hacerlo.
―SeungMin ―tomó sus hombros para agitarlo un poco―. Respira.
El pelirrosa respiró profundamente y levantó la cabeza al cielo, dejando que la fría brisa golpeara un poco su rostro para ayudarlo a acomodar sus ideas. Tenía que pensar como manejaría la situación de ahora en adelante. Debía encontrar una solución a como diera lugar y rogar porque JooYeon no se enojara con él y lo odiara. Tenía las manos frías como si hubiera estado bajo hielo durante horas, pero su frente tenía pequeñas gotas de sudor por la adrenalina del momento.