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El incesante golpeteo de la puerta logró alertar a quienes que estaba dentro de la casa. Era pasada la medianoche y ya todos se estaban yendo a la cama, cuando fueron interrumpidos de su infusión. JungSu, confundido, tomó el pomo de la puerta y la abrió. No pudo evitar sorprenderse cuando, al otro lado, encontró a JooYeon con una pequeña mochila en su hombro y una expresión de preocupación.
―¿Qué sucedió?
El rubio no tardó en moverse a un lado para permitir que su mejor amigo ingresara. JooYeon ingresó, dejando su mochila y abrigo colgado en el perchero de pie junto a la puerta. Entonces volteó hacia él.
―Susu, pasó algo horrible. ―Su voz temblaba y no sabía si se debía al frío del largo transcurso que hizo caminando, o a los nervios que le generaban el recuerdo de esa noche―. Esta vez creo que me quedo sin trabajo y yo-
―¿Qué pasó?
El par de amigos volteó hacia el pequeño pasillo oscuro que daba hacia la cocina cuando aquella voz los interrumpió. En el arco de la puerta se encontraba SeungMin, con lo que parecía ser un sándwich en manos, llevando solo un short corto, sin nada que cubriera su torso. JooYeon lo miró completamente sorprendido mientras su primo se acercaba a ellos, de pronto, olvidando lo que estaba por decir. Entonces volteó hacia JungSu, quien estaba igual de sorprendido que él.
―¿Acaso... ―retrocedió unos pasos―... llegué en mal momento?
La pequeña risa de SeungMin resonó en la silenciosa casa, cruzando su brazo a través de la cintura de JungSu para pegarlo más a su cuerpo. JooYeon realmente no podía ocultar su sorpresa, su boca semiabierta que cubrió con su mano.
―Pensé que lo sabías primito. Susu y yo estamos teniendo algo muy hermoso. Él se me declaró y decidí darle una oportunidad.
Las mejillas y orejas de JungSu rápidamente tomaron un fuerte color carmín, todo su cuerpo calentándose y provocando que apartara al semi pelirrosa de un brusco empujón. La carcajada de SeungMin, acompañado de sus manos siendo golpeadas, invadieron la casa.
Provocar aquellos ataques repentinos de nervios en JungSu era su mejor pasatiempo, sin dudas.
Pero ambos guardaron silencio cuando vieron al señor Kim en lo últimos peldaños de las escaleras, con su bata a cuadros y un vaso de agua en mano. JungSu palideció.
―P-papá...
El hombre meneó su cabeza en forma de negación a la escena que había presenciado, y solo giró sobre sí para volver a su habitación. JungSu miró molesto a su amigo y le dio un brusco golpe en el brazo, pero SeungMin solo pudo reír un tanto avergonzado.
―Entonces...
―Olvídalo ―el rubio rodó sus ojos y caminó nuevamente hacia la cocina, seguido por el par―. SeungMin necesitaba enseñarle a alguien un tema complicado, así que vino a quedarse a dormir.