Capítulo 1.

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(Viernes 22 de febrero, narra Xandra)

Lo primero que hago al abrir los ojos es ver el despertador. Son las ocho y veinte de la mañana, y como siempre, llego tarde. Salgo de la cama a trompicones y casi me caigo al suelo.

- ¡Pelayo, arriba!- Llamo a gritos a mi hermano, que es quien me lleva en el coche. Ya tengo los 18 años pero los cumplí hace poco, así que estoy deseando sacarme el carné de conducir para intentar llegar algún día a clase a tiempo.

Voy corriendo por toda la casa a medio vestir y tropezándome con todo lo que me encuentro. Llego a la cocina y abro uno de los armarios, donde está toda mi comida. El hecho de ser celíaca hace que solo pueda permitirme comer comida sin gluten. Lo peor de ser una enferma como yo de por vida, es que los croissants sin gluten son asquerosos. Y LLEVO AÑOS SIN PROBAR LAS MALDITAS GALLETAS PRÍNCIPE.

Todo un espanto.

Cuando por fin consigo despegar a mi hermano de sus sábanas y sacarlo fuera de casa, salimos al frío de la calle y nos metemos en el coche. El coche está helado y el muy listo de mi hermano, en vez de echarle agua, se mete dentro con la calefacción a tope. Por supuesto, la calefacción solo echa aire frío y nos congelamos.

Y así es como perdemos el tiempo 10 minutos.

Son menos cuarto, la hora a la que toca la sirena. Maravilloso, llego tarde. Seguro que me apuntan y me ponen falta de puntualidad. Carmen, la profesora de economía ya me avisó treinta veces de que como volviese a llegar tarde no entraba en su clase.

En cuanto me bajo del coche voy hasta la entrada y como puedo, me escabullo de los bedeles y corro por los pasillos hasta llegar a la clase de 2º de bach. B.

Y como siempre, interrumpo. La profesora me mira mal, y tras murmurar una disculpa me apresuro hasta mi asiento al lado de Iria.

- ¿Por dónde vamos?

- … ¿Eh?- Levanta la cabeza de su archivador, donde estaba haciendo garabatos, y me mira. - Ni idea.

- Pues vale. - Abro el libro por donde cuadra e intento entender lo que damos. Sin embargo, Iria, parece incapaz de concentrarse y se pone a tocarme las narices.

- Tía, todavía no me puedo creer que sea ya el concierto de Auryn. Y todavía no sé qué zapatos ponerme.

- Menudo drama.- Vuelvo mi cabeza al libro, pero por lo visto está decidida a seguir a lo suyo y no dejarme atender.

- Me muero de los nervios ¿Al final como quedamos?- Le repito el plan por enésima vez y dejo caer mi cabeza contra la mesa. Está claro que hoy no se va a hablar de otro tema.

Tras varios intentos fallidos por su parte de iniciar una conversación y míos de atender, abandono justo en el momento en el que toca el timbre.

A segunda hora nos reunimos con toda mi clase. Esperamos en la puerta del aula de arte hasta que la profesora de historia se digna a aparecer. Ni siquiera creo que venga para darnos clase, sino para que nos callemos de una vez. Dios, somos el curso más ruidoso del universo. Socorro.

La hora de historia es interminable y total, siempre acabamos hablando de política con la profesora, en vez de dar el tema. No salimos de Al-Andalus ni a tiros.

En el recreo me encuentro con la otra histérica-obsesionada-con-Auryn, Alina. Entre ella e Iria empiezan a hablar de su concierto de esta noche y no paran. Tengo que mandarlas bajar la voz varias veces para que nadie venga a mandarnos al patio, donde hace muchísimo frío.

Sí, estamos escondidas en los pasillos porque es febrero y fuera hace frío. Sí, somos vagas y cómodas. Y ni hablar de que no nos despegamos de la calefacción.

Una casualidad tras otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora