Capítulo 41.

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(4 de febrero, narra Maya)

Aunque es sábado y puedo permitirme no hacerlo, hoy madrugo. Sin que se despierte Alina me hago un café y salgo de casa dejándole una nota. Cojo las llaves del coche y salgo de casa. El sol no ha salido hace mucho ya que todavía estamos en invierno.

Al cabo de una media hora llego al apartamento de Carlos y lo llamo por teléfono. Me contesta con una voz de dormido impresionante. Yo solo le digo que lo espero abajo en cinco minutos. 

Cuando llega le doy un papel doblado por la mitad, me subo al coche y me voy sin decirle nada.

(4 de febrero, narra Carlos)

Cojo la tarjeta que me tiende y la abro mientras Maya se va sin decir nada.

“¡Felicidades! Aquí tienes la primera pista de tu búsqueda del tesoro: Ve a tu bar favorito y pide que te entreguen el paquete que han dejado a tu nombre. ¡Muchos besos!”

Sonrío y me voy andando hacia donde me indica la tarjeta.

Cuando llego veo que el sitio está medio lleno ya, la mitad por ejecutivos y demás trabajadores que tienen que madrugar para irse a las oficinas. 

- Hola, soy Carlos.- Le digo a una amable camarera de unos cuarenta y pocos años.

- Sí, cielo. Tu mesa está al fondo, ahora te traemos todo.

Voy a sentarme donde me indican y al poco llegan con mi desayuno favorito. Cola cao, tostadas con nutella, zumo y un bollo de chocolate. También hay una tarjeta que me indica la próxima pista:

“Ahora que ya has cogido fuerzas puedes encontrar la siguiente pista perfectamente: Ven a Alcalá y dirígete al ayuntamiento.”

Acabo de desayunar tranquilamente y después voy dando un paseo hasta mi coche.

Cuarenta minutos más tarde estoy delante del ayuntamiento de Alcalá de Henares, despegando la tarjeta que hay pegada a la puerta de entrada.

“Vas por buen camino, ahora ve al parque que hay enfrente de mi casa y busca en los columpios. Sabrás lo que tienes que encontrar en cuanto lo veas. ¡Suerte!”

Dejo el coche aparcado cerca del ayuntamiento y voy andando hacia el parque. Cuando llego no hay casi nadie, solo algunas personas corriendo y otras paseando a sus mascotas, voy rápidamente hacia los columpios y encuentro una caja envuelta en papel de regalo y atada con un gran lazo.

La abro y veo que dentro hay una camisa blanca y otra tarjeta doblada por la mitad. La cojo y leo la siguiente pista.

Me paso el resto de la mañana buscando pistas por todos los sitios del parque. A la hora de comer hago un descanso e intento llamar a Maya, pero tiene el teléfono apagado.

El siguiente paquete me lo traen con la cuenta del restaurante y lleva, cómo no, una tarjeta atada. Es más pequeño que el de la camisa y cuando lo abro encuentro una corbata de color oscuro.

“¡Sabía que vendrías a comer aquí! Ahora dirígete a la fuente que hay en el centro y siéntate en el banco más cercano.”

Me dirijo hasta donde me indica y vuelvo a verme inmerso en un montón de tarjetas y pistas que me hacen recorrerme todo Alcalá. Me paso así toda la tarde y el último paquete, bastante más grande que los otros dos, lo encuentro delante del portal del edificio de Maya. Es una americana negra bastante elegante. Me pregunto qué se propondrá Maya con todo este jueguecito. Cojo la tarjeta y la leo, esperando que sea ya la última.

“Ahora que ya has encontrado tus tres regalos, entra en el edificio utilizando la llave que hay en la caja, ve al cuartito que hay al lado del ascensor y cámbiate la ropa por la que recibiste. ¡Nos vemos en unos minutos!”

Una casualidad tras otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora