Capítulo 25.

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(Alcalá de Henares, narra Alina)

Me despierto con los rayos de sol dándome en la cara. Normalmente me levantaría de mal humor, pero el buen tiempo significa que ya no estoy en Galicia donde ahora mismo está lloviendo a cántaros.

Me levanto lentamente de la cama y me meto en la ducha, al salir me seco el pelo y me pongo algo cómodo pero mono para dar buena impresión a la gente que viene hoy a ver el piso para compartir.

Recibí tres llamadas desde que puse el anuncio y les dije que vinieran todos hoy, pero a horas diferentes. Solo espero que salga bien y encuentre pronto alguien con quien compartir el piso, si no no podré pagarlo y no me da tiempo a buscar otro antes de que empiecen las clases.

Me preparo algo rápido para comer, llamo a mi madre para ver qué tal están y a las cuatro ya llega el chico con el que hablé por teléfono. Nada más abrir la puerta me quedo de piedra: lleva puesto unas botas militares enormes de color negro y correas, un pantalón negro y un abrigo larguísimo de cuero del mismo color. Su pelo negro, que le llega por la cintura, contrasta enormemente con su casi translúcida piel.

Le hago pasar al salón y le ofrezco algo para beber.

- Bueno... cuéntame... ¿eres de por aquí?- Digo, cortada. Este chico me intimida mucho.

- No. Vengo del inframundo, pero soy un enviado de Satán para combatir al bien.

- Emmm... entiendo...- ¿Se puede estar peor de la cabeza?- Y dime ¿ahora mismo estás estudiando?

- No. Necesito un piso para vivir mientras Lucifer domina al mundo.

- ¿Y qué aficiones tienes? ¿Sueles salir, traer gente a casa...?

- No. Soy muy tranquilo. No me relaciono con la gente. Solamente descuartizo un gato negro el día 13 de cada mes para comunicarme con mi superior y en la nevera necesitaría un cajón para guardar la sangre fresca que utilizo en mis brebajes. Soy muy tranquilo.

- Ya veo. Bueno, te llamaré un día de estos.- Digo levantándome del sofá y yendo hacia la puerta.

Cuando está a punto de salir por la puerta me grita:

- ¿Pero tienes mi número?

- Mmm... sí, claro, se lo pediré a Lucifer. No te preocupes.- Le sonrío y cierro la puerta.

Me voy hasta la cocina y bebo un trago de agua. No podría haber salido peor. No tengo nada en contra de él, pero no compartiría piso con alguien que descuartiza gatos en el salón una vez al mes. Miro el reloj que hay colgado en la pared de la cocina. Todavía falta un rato para que llegue la chica que me llamó, espero que salga mejor.

Voy hasta el salón y me siento en el sofá a leer hasta las seis cuando llega Yolanda, solo espero que me vaya mejor que con el chico.

Sobre las seis escucho el timbre de la puerta, me peino en el espejo y le abro con una sonrisa enorme la puerta a una chica rubia, con un moño altísimo atado con un lazo de leopardo. Los enormes aros que le cuelgan de las orejas hacen juego con la gran cantidad de collares y cinturones finos que lleva encima de una camiseta básica fucsia, una minifalda vaquera con corazones bordados y unos leggins amarillos.

Me quedo muda por un momento, pero ella parece estar demasiado ocupada masticando chicle como para darse cuenta.

- Me llamo Yolanda, pero mis amigos me dicen La Yoli.- Se presenta dando un paso al frente y plantándome dos besos en las mejillas.

- Encantada, yo soy Alina.- Respondo lo más educado que puedo.

- Bueno, yo paso ¿Eh?- Dice empujándome y entrando.- Ay, pero es un poco pequeño ¡Voy a ver el baño!- Grita desde el pasillo. Lleva aquí medio segundo y ya me ha invadido. Después de un rato de explorar mi casa vuelve.

- ¿Quieres un café mientras hablamos?

- ¿Tienes alcohol?

- No.- Ay, Dios mío ¿Qué clase de gente lee los periódicos de Madrid?

- Bueno, no importa.- Antes de que pueda abrir la boca para hacer alguna pregunta, me interrumpe y se pone a hablar a toda velocidad.- Te voy a contar. Soy una compañera bastante alegre, no paro mucho en casa. De hecho suelo llegar a las seis de la mañana o así.- Se ríe ruidosamente.- Y con un tío, o dos.- Ve mi cara y estalla en carcajadas.- A veces incluso tres, si hay suerte. Depende del escote que lleve ¿Sabes? Bueno, a mí me encanta la música, así que suelo tenerla por toda la casa. Espero que no te moleste Pitbull, lo idolatro. Fui a uno de sus conciertos. Ay, no sabes lo que me pasó...- Empieza a contarme una extraña anécdota por la cual en su concierto se levantó la camiseta, y al no llevar ropa interior Pitbull la vio y le silbó.- Pero bueno, claramente valió la pena.- Mira su reloj.- Bueno, yo me voy que he quedado con La Vane y El Johnny. Llámame.- Dice saliendo por la puerta mientras hace gestos con la mano contra su oído.

Está claro que hoy no es mi día.

Por último llega la última persona con la que me cité. En cuanto abro la puerta me quedo con la boca abierta.

Una mujer de unos ochenta años se recoloca las gafas de culo de vaso y me da con su bastón en el pie antes de entrar.

- Ay, niña. Mis hijos me han echado de casa y yo no quería irme para una residencia, que están llenas de viejos. - Dijo la recién nacida.

Entra en casa y coge mi taza de café, sentándose en mi sitio.

- Me gusta el café con mucho azúcar, ¿Sabes? Cuando era niña y vivía...- Me pierdo en su historia ya que me estoy quedando dormida poco a poco. Solo consigo despertar con un estruendo enorme.

La taza de café se le ha caído de las temblorosas manos y se ha estrellado contra el suelo. Mientras lo limpio todo ella se va sin que me dé cuenta.

Me meto en cama más deprimida que nunca.

(apartamento de Iria y Xandra, narra Xandra)

Me despierto de milagro en mi cama. Le echo un vistazo al despertador y veo que son las siete de la mañana.

Matadme.

Estoy a punto de volver a darme la vuelta y dormir cuando la causa de que me despertara la primera vez vuelve a atentar contra mi sueño.

Desde el suelo llegan unos gritos horribles de bebé. Iria, que también parece haberse despertado, se tapa los oídos con la almohada.

- Xandra, que sepas que te odio a ti, a este piso y a estas malditas paredes de papel.

- Gracias.

El bebé sigue gritando y llorando y de vez en cuando se escuchan gritos intercalados de una mujer, que supongo que será su madre.

- ¡Duérmete de una vez!

Eso mismo digo yo.

Me levanto ya que no soy capaz de conciliar el sueño de nuevo y me voy a hacerme un café colapsado de azúcar.

- ¡Yo quiero té!- Me grita Iria desde nuestro cuarto.

- ¡Pues háztelo tú!- Le respondo. Yo no soy la chacha de nadie.

Vuelvo a entrar en la habitación que comparto con ella con la taza humeante en la mano y me siento en la cama, mientras con el móvil le echo un vistazo a twitter. Carlos acaba de poner que hoy tienen concierto, así que será un día tranquilo para nosotras.

Voy a ir hasta la universidad a hacer un poco de papeleo y luego me iré a tomar algo.

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Hola, hola! Aquí os dejamos el primer capítulo subido entre semana, como os teníamos prometido. Esperamos que os guste :D

¿Creéis que Alina encontrará algún compañero de piso guay? ¿Cómo creéis que será?

¿Qué os parece la vecina de Iria y Xandra?

Hasta el viernes!

Besitos <3

Una casualidad tras otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora