Capítulo 23.

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(Alcalá de Henares, narra Alina)

-  ¡Pero ese no era el trato!- Me quejo.

- Lo siento señorita, pero ahora es así. Lo toma o lo deja.- Yo asiento en silencio y cojo las llaves que me tiende mi casero.

Por culpa de la crisis han despedido a su mujer del trabajo y ahora necesitan más ingresos, así que ha decidido subirme el alquiler del piso. Ahora no podré pagarlo sola.

Subo al piso y me instalo mientras pienso en qué hacer. Mientras saco las cosas de las cajas y las coloco en su sitio se me ocurre una idea: Podría poner un anuncio en el periódico para compartirlo.

Así el alquiler será a medias y no tendré problemas con el pago.

Cuando decido tomarme un descanso con la mudanza es casi mediodía. Me preparo algo rápido para comer y después salgo a dar una vuelta para conocer un poco mejor la ciudad y sus alrededores.

Después de un rato paseando entro en una cafetería a tomar algo. Dejo mi chaqueta sobre la silla, pido un café y me quedo unos minutos con las manos alrededor de la taza mientras respiro su aroma.

Verdaderamente creo que me va a gustar mucho vivir aquí.

Aproximadamente media hora después, pago y abandono la cafetería. Vuelvo ya hacia mi casa cuando noto que empieza a hacer frío.

- ¡Mierda!- Pienso en voz alta.- Me lo he olvidado en la cafetería.

Un señor que pasa por allí se me queda mirando al estar hablando sola y yo me muero de la vergüenza.

Vuelvo a toda prisa a la cafetería rezando para que no hayan cerrado todavía y cuando entro, tengo suerte.

- Disculpe.- Le digo a una camarera con cara de pocos amigos. Ugh, tiene una verruga en la cara.- Me he olvidado mi chaqueta aquí ¿La ha recogido alguien?

- No.- Me repasa con la mirada de arriba a abajo.- Vuelve a comprobar donde estabas sentada, quizás siga allí.

Me dirijo hacia el final de la cafetería, pero en mi mesa hay una persona.

No puede ser.

- Esto... esto yo...

- ¡Eh, hola!- Se levanta de la silla sonriendo y me envuelve en un abrazo.- Alina ¿Verdad?

- Sí.- Digo tímida.- Es que... estuve aquí antes y se me había olvidado... la... chaqueta.- A cada palabra que digo me pierdo más en sus ojos verdes.

- ¿Esta? La encontré antes. Pensaba dejársela a la camarera cuando me fuera del bar.- Se calla y los dos nos quedamos así.- Pero siéntate, te invito a lo que quieras.

- No... yo no...

- Lo sé, la camarera no es muy simpática. Pero tranquila, conozco al dueño. ¿Qué quieres?

- Un café, supongo. Muchas gracias.

- De nada.- Dice quitándole hierro al asunto. - Y cuéntame ¿Qué te trae por mi tierra natal?

- Pues... me han aceptado en la universidad aquí, y me he mudado hoy.

- Vaya, eso es genial. ¿Y tus amigas?

- Viven en el centro de Madrid, a ambas las aceptaron allí. ¿Y tú qué haces aquí?- Digo intentando entablar conversación. Espero que no se me note en la voz lo nerviosa que estoy.

- He venido a visitar a mi familia. Hacía tiempo que no los veía, ya sabes. Así que vives aquí... Pues yo paso aquí mucho tiempo, si quieres quedamos algún día y te enseño esto.

Una casualidad tras otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora