ENEMIGAS Y ALGO MÁS || FREENBECKY

INDIFERENCIA

Los hechos no dejan de existir porque se les ignoré.

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Freen se giró rápidamente encontrando a Becky detrás de ella, viéndola con la misma cara descompuesta que estaba segura que ella tenía por igual.

Becky caminó con pasos algo ligeros olvidándose del dolor, Freen estaba estática a su lado sin saber qué hacer, dónde mirar y qué decir, la castaña observó al final de las escaleras viendo a Pailiu en una pose bastante difícil para una persona, pero lo que más importaba era la mancha detrás de su cabeza.

-¡Dios santo!- murmuró viendo sin poder creer aquello.

Se había hasta recreado una escena de Freen discutiendo con alguna de sus empleadas cuando había escuchado los gritos, pero lo que Becky jamás imaginó fue ver a Pailiu discutiendo con la pelinegra, y de repente y sin dar tiempo a más nada, ver como ésta la empujaba por las escaleras.

Logró quitar la visión del cuerpo inerte y miró hacia su derecha, viendo a Freen aun con las manos en el rostro que claramente se mostraban temblantes, su pecho se contrae rápidamente y supuso que estaba atravesando por una crisis.

-¡María!- gritó Becky a todo pulmón-¡María!-repitió.

Por un momento había tenido la idea de enviar a Freen por ayuda, pero viendo el estado en el que se encontraba dudaba que pudiera procesar alguna orden. La anciana apareció al poco tiempo gritando cuando vio aquella imagen en las escaleras.

-¡María llama a una ambulancia!- gritó Becky. La mujer observó hacia arriba encontrando a su jefa con la mujer pelinegra a su lado, ella también pensó cualquier cosa viéndolo desde esa perspectiva-¡Ahora María, no tenemos toda la noche!- gritó sacándola de su transe.

-¡Enseguida!- dijo saliendo disparada hacia el teléfono.

Becky intentaba tranquilizarse, pero no podía evitar sentir miedo ante la poca movilidad del cuerpo de Pailiu. Habría grandes, grandes consecuencias si aquello se complicaba.

Ella estaba completamente con las manos y pies atados. Por más que quisiera hacer algo, tristemente lo que restaba hacer era esperar el tiempo que la ambulancia se dispusiera a tardar para venir en busca de ella.

-Freen- dijo zamarreándola. Ejerció un poco de fuerza en sus brazos para que la mirara, logrando que la pelinegra dejara de mirar fijamente aquel cuerpo- Freen vámonos de aquí- propuso casi empujándola.

La llevó hasta su habitación y la recostó en su cama, sentía su cuerpo temblar y la vio con la mirada perdida, Becky comprendió la culpabilidad que quizás estaría atravesando en ella y no era para menos.

La dejó ahí y decidió cambiarse de ropa, aun no comprendía con exactitud qué era lo que había sucedido, pero por el momento estaba dispuesta a poner la cara si la situación se complicaba.

Después de su ardua tarea luchando contra los dolores y su ropa, logró finalmente vestirse. Estaba saliendo de su cuarto cuando escucho la voz de María anunciando que ya estaban los paramédicos en la casa.

Becky bajó lentamente las escaleras viendo en el transcurso cómo colocaba a Pailiu sobre la camilla, ella no había mostrado en algún momento movimiento alguno y eso no hacía más que preocupar a Becky.

-¿Vendrá con nosotros?- preguntó el hombre apurado.

-Los seguiré en mi auto- explicó Becky.

Después de todo, viajar en una ambulancia tambaleante no era la mejor opción para sus doloridas costillas. El hombre asintió con la cabeza y se marchó rápidamente sin perder más tiempo.