SOLA OTRA VEZ.

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Maratón 5/5


Las cortinas entreabiertas dejaban entrar la luz de afuera. Se giró dándole la espalda y miro un punto inexistente en la pared.

Ya no había más lágrimas que derramar, había tenido la noche más larga de su vida y sabía que ya no había fuerzas, ni ganas de seguir recordando aquello que hacía tanto mal. Pero era inevitable.

Se removió entre sus sábanas y esta vez observó el techo, la tristeza que sentía no cambiaba en nada a comparación de ayer. Y justo cuando estaba ya segura que no había más líquido que soltar, que ya no encontraba más motivos, sintió su mejilla caliente y húmeda ¿por qué no podía parar? ¿Por qué todo volvía a suceder? Se mordió los labios y cerró fuertemente sus ojos, quería detener las lágrimas tanto como sus pensamientos, pero estos la atropellaban dejándola sola, a la deriva y con las heridas a la intemperie, dejándole al tiempo la decisión de curarlas.

Pero sabía que no había tiempo que la curara otra vez, las viejas cicatrices volvían a abrirse junto con las nuevas, el tiempo no ayudaba a olvidar. Siempre estuvo para recordarle los errores.

Las imágenes se repetían una y otra vez en su mente dejándola con pequeños pedazos rotos que ya no se volverían a juntar.

La vida volvía a tener matices grises y ella ya estaba demasiado acostumbrada como para sorprenderse ante su nueva realidad.

Jamás había sido lo suficientemente importante para alguien como para que se molestaran por el daño que le causaban y eso, además de volver a destruirla, provocaba un odio hacia ella, porque terminó confiando nuevamente, entregó parte de sí sin pensar en nada, se cegó, y nuevamente volvían a utilizarla y hacer lo que querían con ella.

¿Por qué? Era la pregunta que sabía que no tenía respuesta. Ya no quedaba nada de ella, lo poco que había revivido para volver a sentir, ahora se lo había llevado una persona que no lo merecía.

Freen ahora comprendía el vacío que sentía por dentro, aquel que había sido llenado con acciones falsas y palabras que no tenían sentido, y de la nada, le quitaban todo, arrancándole partes de ella, llevándose aquello que le habían brindado y mucho más.

Su cuerpo estaba débil cuando por fin se apartó de la cama, la imagen frente al espejo no tenía nada que ver con su rostro resplandeciente de hace días.

Sus ojos opacos, hinchados y rojos, la piel pálida y sus pelos revueltos no eran nada en comparación con la destrucción que tenía por dentro.

Su cuerpo se movió herméticamente bajo el agua de la ducha, ojalá toda la carga que sentía se fuera tan fácil como el agua que se iba por el drenaje. Ojalá nunca hubiera sentido de nuevo...

Tapo con maquillaje todo rastro de la noche pésima que había pasado, no porque estuviera ya sin nada, el mundo no iba a detenerse por ella.

Recordaba muy poco los brazos que la habían llevado hasta su lecho, Freen levantó la vista y recordó que esta vez no estaba sola. Su madre había regresado.

Cuando todo estaba bajo control o al menos eso parecía ver, bajo en busca de su progenitora, quien estaba sentada en la sala, mirándola de la misma manera que lo había hecho hace años atrás, su sonrisa maternal fue el mejor confort que sintió su alma devastada ya no tan solitaria.

-Mamá...

-Ven aquí cielo- dijo abriendo sus brazos. Y de la misma manera que la noche anterior, Freen no lo pensó dos veces y dejo que esos brazos la protegieran de los monstruos que tanto la acechaban, porque seguía siendo la misma niña asustada de siempre, que corrían en busca de protección y cariño- ¿Ya te sientes mejor?-preguntó acariciando sus cabellos.

ENEMIGAS Y ALGO MÁS || FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora