Capítulo 5

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Respiro tranquila cuando entro al coche de Jimena, que al verme se ríe de mi

-¿Ves como no era para tanto?

-Ya lo sé- me río de mi misma- Pero aún así soy incapaz de no ponerme nerviosa

En realidad Gavi y su hermana han sido majísimos conmigo, y me he sentido muy a gusto con ellos; pero soy incapaz de estar tranquila, los nervios siempre pueden conmigo

-¿Qué tal ha ido todo?- me pregunta Jimena cuando ya estamos en la carretera

-Muy bien, Gavi no ha tenido ningún problema con los horarios, y su hermana le ha hecho apuntarlos en dos sitios diferentes- me vuelvo a reír al recordar otra vez la discusión que han tenido sobre eso- Y luego también los ha apuntado ella, dice que no se fía de su hermano, y que es un desastre

Jimena suelta una carcajada, y eso hace que me relaje aún más

-¿Te ha dicho quien le va a llevar el viernes a la clínica?

-Creo que me ha dicho que le va a llevar su padre- realmente no lo recuerdo

El viernes, para la primera sesión de fisioterapia, Gavi va ha venir a la clínica, para que le expliquemos todo, con más profundidad; y para así también poder enseñarle las instalaciones. A partid de entonces, algunas de las sesiones serán en su casa, para que pueda estar más cómodo; pero otras, en las que necesitemos algún aparato, serán en la clínica.

-¿Y tú que tal con Belén y Pablo?- desvío la conversación

-Pues muy bien, recordando anécdotas de cuando íbamos al instituto

-Casi nunca me hablas de como eras en el instituto o con mi edad

-Y mejor...- niega con una sonrisa

-Oh, venga ya- me quejo- cuéntame algo, lo que sea

-Solo te voy a decir que fueron muy buenos años, en los que me lo pasé genial- pongo los ojos en blanco ante su respuesta- Y que hice muchas cosas, de algunas de las cuales no estoy muy orgullosa

-No me puedes decir eso sin contarme nada más- me vuelvo a quejar

Ella niega con la cabeza con una sonrisa, pero sé que no voy a sonsacarle nada; así que me cruzo de brazos enfurruñada, a lo que solo consigo que se vuelva a reír.

-¿Te llevo a tu casa?- me pregunta

-No, tengo el coche en la clínica y tengo que recogerlo- respondo- Y ahora... ¿me vas a contar alguna anécdota de tu juventud?

-¿Y qué vas a hacer mañana?- Jimena hace como que no escucha mi pregunta

-Seguramente dormir- me doy por vencida, sé que no voy a conseguir que me cuente nada- Y luego iré a dar un paseo por la playa. ¿Necesitas que me pase por la oficina para preparar algo?

-No, no te preocupes, puedes tomarte un último día libre- me siento un poco mal porque me da muchos días libres- Te doy el mismo número de días libres que al resto, así que no te preocupes- es casi como si me leyera el pensamiento- Y si te diera más no sería injusto, porque trabajas mucho, incluso más que algunos

No respondo, simplemente le sonrío suavemente, siempre sabe lo que me preocupa y sabe como tranquilizarme.

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Lo repito y siempre lo repetiré, los atardeceres son lo mejor; pero los amaneceres también son increíbles.

Mi plan de dormir hasta el mediodía se ha visto frustrado cuando me he despertado a las siete de la mañana y ya no me he podido volver a dormir. Así que he decidido salir a correr y de paso ver como amanece en Barcelona.

Un paso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora