Capítulo 35

1.7K 87 1
                                    


Lucía:

Por algún motivo soy incapaz de pegar ojo en toda la noche. Pero tampoco me sorprende demasiado, llevo tres días, desde que volví de Madrid, sin poder dormir bien.

Han sido las vacaciones con mi familia, creo que me han hecho estar "nostálgica" y estar dándole vueltas a todo. He vuelto a entrar en ese bucle de pensar todo una y otra y otra vez por las noches. De plantearme si estoy haciendo las cosas bien porque es posible que la esté cagando. De preguntarme si me merezco todo lo bueno que me está pasando. 

Luego lo vuelvo a pensar y me echo la bronca por ser tan estúpida como para pensar que no me lo merezco; porque sí que lo hago. Pero a pesar de saberlo no puedo parar de dar vueltas en mi cama toda la noche, lo que hace que por el día esté cansada, distraída y a veces de muy mal humor.

No quiero hacerlo, y me siento mal por ello, pero siento que a veces lo pago demasiado con Pablo, y que soy demasiado seca con él. Pero de verdad que no es mi intención.

Cuando suena mi despertador no tardo ni un segundo en apagarlo porque ya estaba despierta. Me paso las manos por la cara, estoy agotada física y mentalmente; no sé si voy a sobrevivir demasiado si sigo así más días; el sueño y el cansancio van a poder conmigo en cualquier momento.

Me levanto y me preparo un café para activarme un poco, o si no voy a ir como un zombie todo el día; aunque tampoco es que me haga mucho efecto.

Hoy no tengo sesión con Pablo hasta justo después de comer, pero aún así tengo que rellenar papeleo para la clínica y cosas que tengo que entregar tango al Barça ya a la Selección sobre la recuperación de Gavi.

Me paso las manos por la cara frustrada, soy incapaz de terminar los informes, llevo toda la mañana delante del ordenador y estoy tardando el doble que normalmente en rellenar todo el papeleo. Para cuando me doy cuenta ya es la hora de comer, así que me preparo algo rápido antes de prepararme para ir a la clínica.

Hoy me encuentro peor que los otro días, siento que mi cabeza está como embotada, que no puedo pensar con claridad. Ni siquiera conducir me relaja, cosa que siempre hace; pero simplemente llego más estresada a la clínica.

-Hola- saludo a Jimena dejando mis cosas en una de las salas de reuniones

-Hola- me devuelve el saludo sin apartar la mirada del portátil

-Te he mandado los informes al correo- le informo mientras me siento en una de las sillas- Lo siento si no están demasiado bien, no es mi día

-¿Estás bien?- levanta la mirada hacia mi examinando mi expresión

-Si bueno, ya sabes, estoy cansada, hay veces que me aturullo un poco- le quito importancia al asunto, no quiero que se preocupe

-Si tienes demasiado trabajo me lo puedes decir...

-No, no, no es eso- niego rápidamente- En realidad me da la sensación que tengo mucho menos trabajo que el resto

-Ya te lo he dicho mil veces, tienes la misma carga que los demás. Solo que distribuida de diferente forma- yo asiento porque sé que me lo ha dicho un millón de veces- No solo te tienes que preocupar por las sesiones de fisioterapia de Gavi, si no que también te encargas del papeleo y de informar tanto a la clínica, como al Barça como a la Selección.

-Sí, ya lo sé, pero...

-Cielo, lo haces muy bien- me dice sin necesidad de que yo hable

-Gracias, necesitaba oírlo- murmuro justo antes de que llamen a la puerta de la sala en la que estamos

-Lucía, Gavi acaba de llegar- me avisa Carlos- Está en la sala de las máquinas

-Gracias, ya voy

-Si necesitas hablar, sabes que me tienes aquí- dice Jimena antes de que salga de la sala
-Lo sé- sonrío y ella me devuelve la sonrisa

Al llegar a la sala que me ha dicho Carlos veo a Pablo sentado en las sillas que hay justo al lado de la puerta.

Una mezcla extraña de emociones se instala en mi pecho. Principalmente siento los nervios que siempre me provoca, y que me gustan; pero hay algo más. Vuelvo a tener esa sensación de culpa por lo seca que he estado siendo estos días con él a pesar de lo bueno que está siendo conmigo.

En cuanto me ve se acerca para darme un beso que acepto encantada; pero de nuevo siento ese sentimiento de culpa dentro de mi. No me merezco a Pablo, no soy lo suficientemente buena con él, comparado con todo lo que hace él por mi. No soy ni la mitad de lo que se merece; y aún así él está conmigo.

-¿Me vas a hacer sufrir mucho?- me pregunta Pablo mientras entramos en la sala

-Lo justo y necesario- respondo en un intento de bromear, aunque no estoy de humor, pero no quiero pagarlo con Pablo

La sesión va bien desde el punto de vista del avance físico de Pablo. Pero por mucho que lo intente hay momentos en los que de repente me doy cuenta que he desconectado de nuestra conversación, o que contesto de forma automática. Y me da rabia, porque sé que Pablo lo nota y no quiero que piense que estoy siendo una borde con él aposta. Porque no es eso, solo que estoy como ida hoy.

Su padre viene a por él cuando terminamos las sesión, e intento despedirme de él de forma alegre para que no se vaya con una mala sensación sobre mi.

Cuando se va yo todavía me quedo un rato en la clínica concretando cosas con Jimena y creando un calendario más específico sobre los siguientes ejercicios y técnicas para Pablo. Va avanzando muy rápido y tenemos que adaptarnos a su ritmo para que no se quede estancado; pero tampoco podemos apresurarnos demasiado porque podría perjudicarle, y no queremos eso. Así que todas las semanas Jimena y yo vemos como va avanzando y planificamos de acuerdo a eso.

Por fin consigo distraerme durante un buen rato, lo que me viene muy bien. Pero en cuanto me monto en el coche todo me vuelve a invadir.


Holaaa

Es cortito, pero es que hay otroooo

Un paso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora