Capítulo 43

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Lucía:


-¿Quieres venirte a mi casa?- me pregunta Pablo cuando nos metemos en el ascensor de la clínica

-No, me voy a ir a casa, hoy tampoco he descansado bien- murmuro

Y no es mentira, anoche de nuevo me quedé mirando noticias, vídeos, cuentas de tik tok y de Instagram... Todo lo que encontraba sobre Gavi y sobre mí. Han sido dos días seguidos sin dormir, y siento que mi cuerpo pesa el triple que de normal.

-Lucía, ¿estás bien?- intento rehuir la pregunta de Pablo saliendo rápidamente del ascensor, pero él me sujeta de la muñeca- Lucía

-Estoy bien- murmuro pero sé que él no se lo traga, me conoce demasiado bien

-Lu, llevas unos días muy distante. ¿Te ha pasado algo?- insiste

-No...- aparto la mirada porque no puedo evitar que los ojos se me inunden con lágrimas

Pablo intenta ponerme una mano en el brazo pero doy un paso hacia atrás antes de que me toque. Ya se me hace todo demasiado difícil, como para que lo haga aún más

-¿Lu?- Pablo pronuncia mi nombre con confusión

Respiro hondo antes de empezar a hablar. No quiero hacerle daño, pero sé que si no lo hago va a ser peor para él. Cuanto antes lo haga, mejor. Como una tirita: rápido y conciso

Como una tirita...

Me lo repito un par de veces antes de hablar. Ni yo me lo creo, pero es la realidad.

-Pablo, no puedo seguir- le digo y veo como la confusión de sus ojos aumenta

-No sé lo que quieres decir, Lu

-No podemos seguir juntos, no es bueno

-Lucía, en serio que no estoy entendiendo nada- dice de forma nerviosa, examinándome con la mirada, como si buscara algún indicador en mi rostro de que todo es una broma

-Nunca tendríamos que haber empezado con esto, no es profesional. No deberíamos haber mezclado las cosas. Es dañino. 

-¿Me estás dejando?- la confusión en su voz deja paso al dolor

-Lo siento- es lo único que consigo decir antes de que se me rompa la voz

-Lucía por favor- me implora 

Respiro profundamente intentando controlar las ganas de llorar. De repente se escucha un coche entrando al parking, y al girarme reconozco el coche de Aurora.

-Tu hermana ya está aquí- murmuro girándome hacia Pablo de nuevo- Adiós Gavi

Cuando me doy la vuelta veo por el rabillo del ojo como Pablo se pasa una mano por el pelo de forma nerviosa. Ando hacia el coche sin girarme, aunque no por falta de ganas.

Al llegar a casa casi ni recuerdo el camino en el coche. El corazón me late en el pecho a toda velocidad, golpeándome las costillas con violencia. Tengo ganas de llamar a Pablo, de decirle que todo ha sido un error, contarle toda la verdad. 

Pero sé que no puedo. Sé que he hecho lo mejor para el futuro de Pablo, pero duele mucho. Duele más que cualquier otra cosa.

He sentido dolor en mi vida, pero nunca provocado por mi misma. Y es horrible, es como si me quemara por dentro.

No sé ni que hora es, pero sé que es muy pronto, cuando me meto en la cama. Me es imposible dormir. Cada vez que cierro los ojos veo el dolor en los ojos de Pablo, como le temblaba la voz, como intentaba retener la lágrimas.

Un paso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora