Capítulo 50

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Lucía:


-¿Te apetece venir a comer?- me pregunta Pablo a través de la pantalla- Han venido mis padres a pasar el fin de semana y mi madre quiere que vengas; más bien insiste en que vengas

-Vale, sí- acepto terminando de guardar los informes en las carpetas- Yo hoy solo tenía que terminar de organizar tus informes, pero ya lo he hecho

-Si quieres puedes venir ya- me ofrece, e inmediatamente escucho una voz hablando por detrás- Mi madre acaba de escucharme decirlo y y está de acuerdo

-En media hora estoy en tu casa- le digo y él sonríe antes de despedirse y colgar

Hace un par de días que volvimos de la casa en la playa, y han sido un par de días en los que no nos hemos visto nada más allá de por videollamada. He estado hasta arriba de trabajo atrasado por todo el tema de los trámites para trasladar la recuperación de Pablo de la clínica al Barça. Han sido dos días en los que he estado increíblemente ocupada, y en los que, mientras trabajaba, repetía en mi cabeza cada instante de los días en la playa con Pablo.

Fueron días que incluso podría describir como mágicos por tonto que suene. Pero es que me sentía como en una burbuja. La última noche al final llegaron las pizzas después de un rato, y nos fuimos a comerlas a la playa. Estoy segura que comí más arena que otra cosa, pero no me lo pude pasar mejor con Pablo. 

Estuvimos toda la noche tumbados en una manta en la arena hablando de cualquier cosa. Absolutamente cualquier cosa, desde conversaciones increíblemente profundas sobre la vida hasta "¿qué preferirías ser?"

-Vale, vale, tengo otro- dijo Pablo entre risas- ¿Qué preferirías ser: unas escaleras de piscina o unas gafas?

-Es muy obvio, unas gafas- respondí acomodándome contra su pecho- Si fuera unas escaleras de piscina estaría todo el día bajo el agua y la gente me pisaría con los pies, que asco

-Esa era fácil, esa era fácil...- murmuró pensando la siguiente

Puede que sin exagerar, nos pasáramos una hora o más jugando a este juego. Pero es que a cada cosa que se nos ocurría nos reíamos más que con la anterior.

Termino de guardar las cosas para dejar recogida la mesa de mi habitación. Me da mucha pena el trabajo que estoy haciendo porque seguramente Pablo empiece su recuperación con el club la semana que viene, así que nos queda poco tiempo juntos. Pero sé que es lo mejor para él, así que me alegro por eso. Además, como siempre le digo, no voy a dejar de ser su novia.

Al mirar por la ventana veo que sigue lloviendo. Hoy me he despertado pronto y ya estaba diluviando, y no ha parado ni un segundo desde entonces.

Me cambio de ropa y me pongo una sudadera y unos vaqueros porque hace bastante frío, pero voy a estar en casa de Pablo, así que tampoco me tengo que abrigar demasiado.

Ir en el coche sin Pablo se me hace raro, sobre todo a la hora de poner la música, porque normalmente la pone él. Voy a echarle muchísimo de menos cuando ya no tenga que llevarle en el coche casi todos los días. Incluso ahora que él ya puede conducir solemos ir en el mismo coche. 

Conecto mi móvil al coche y pongo la lista que hemos hecho en conjunto para no pelearnos. Sonrío cuando la primera canción que sale es "Yellow" de Coldplay, subo el volumen antes de salir del garaje. 

Conducir por Barcelona en fin de semana ya es malo, pero si está lloviendo como lo hace hoy es aún peor. Sobre todo porque la gente no sabe conducir con lluvia. Aunque tengo que admitir que con lo muchísimo que está lloviendo hoy hasta a mi me cuesta conducir bien, y más cuando teniendo los limpiaparabrisas a tope, sigo teniendo los cristales llenos de agua cada dos segundos.

Mientras conduzco sonrío porque me he puesto Yellow en bucle; solo escuchar la canción es como tener a Pablo a mi lado. Y si me detengo unos segundos puedo volver a la casa de la playa, al momento en el que estábamos bailando la canción. Creo que nunca he querido tanto a nadie en la vida. Claro que a mis padres sí. Pero es algo diferente. 

Escucho como varios coches, por detrás de mí, empiezan a pitar y al mirar por el retrovisor veo como un coche blanco se cambia bruscamente de carril, casi como si al conductor le costara controlar el coche. 

Dejo de mirar por el retrovisor para centrarme en la carretera porque está empezando a llover aún más que antes, y no quiero tener un accidente.

Estoy deseando llegar a casa de Pablo.

Vuelvo a escuchar pitadas por detrás de mí.

No tengo ni una fracción de segundo para reaccionar antes de verme envuelta en la oscuridad total.



Holaaa

Capítulo cortito, pero seguramente esta noche suba otro

Un paso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora