Capítulo 62

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Lucía:

Finales de mayo


-Amor, ¿estás ya?- me llama Pablo impaciente desde el piso de abajo

-Sí, sí, lo siento- me disculpo bajando por las escaleras

-¿Y esa camiseta?- pregunta dándome un repaso con la mirada- No es ninguna de las que te he dado antes

-Es la que me diste cuando fuimos al primer partido juntos- le confieso sin entender porque me pongo nerviosa al decirlo

-¿La has guardado tanto tiempo?- Pablo parece sorprendido

-Bueno, solo han pasado unos meses, ¿qué iba a hacer? ¿Venderla?- bromeo mientras salimos de casa para montarnos en el coche

-Oye, seguro que alguien pagaría por una camiseta mía- asegura encogiéndose de hombros

-No me digas eso que empiezo a vender todas tus cosas

Pablo simplemente se ríe y me da un beso antes de abrocharse el cinturón. Un beso que me deja sonriendo como una tonta.

-¿Te puedes creer que nos conocimos hace ya seis meses?- me pregunta

-Pues sinceramente me ha parecido mucho más tiempo- me río 

-Han pasado muchas cosas, es verdad- coincide- Pero luego lo pienso y ya han pasado ya seis meses desde que me lesioné y es raro. Llevo seis meses sin jugar

-Sí, eso es verdad

El silencio se extiende entre nosotros, mientras Pablo conduce y cada uno estamos perdidos en nuestros pensamientos.

-Gracias por venir conmigo- tras un rato Pablo rompe el silencio

-¿Cómo no iba a venir? Es el último partido de la temporada, y sé que es importante para ti estar

-Sí...- murmura

No solo es que sea el último partido de la temporada, si no que es el último partido de Xavi como entrenador. 

Desde que le comunicaron a Pablo que Xavi se marchaba del Barça se ha quedado bastante hundido el pobre. Xavi siempre ha estado para él en cualquier momento, y se ha preocupado como el que más por su recuperación. Así que cuando se enteró que no va a volver a entrenar con él cuando vuelva al equipo fue un palo bastante duro. Y no solo para él, si no para todos los jugadores. 

Y por eso hoy no he dudado en venir con él al partido, porque sé que es un día importante, y quiero estar con, y para, él. 

-¿Qué tal el trabajo?- pregunta cambiando de tema, no le gusta hablar de eso

-Bien, hoy he estado con la misma señora del otro día, es un amor, siempre me habla de sus nietos

Hace un par de semanas que me reincorporé a la clínica, aunque Jimena y Carlos me insistieron para que esperase un poco más; pero es que ya no aguantaba más tiempo sin hacer nada. Sobre todo porque ya estoy completamente recuperada, y puedo volver a hacer vida normal.

Esto implicó tomar la decisión de si volver a mi piso. Pero Pablo me terminó convenciendo de quedarme con él, aunque de vez en cuando pasamos la tarde en mi casa o dormimos allí, porque queda más cerca de la clínica y de la Ciudad Deportiva. Y bueno, también porque así no siento como si me aprovechara tanto de Pablo.

Y volver a mi trabajo también significó volver a conducir. Eso sí que me resultó más duro. Sobre todo me pongo tensa si llueve, es como si mi cuerpo reviviera el accidente. Vuelvo a notar las sacudidas del coche, escucho los gritos, la ambulancia, los médicos; y un dolor fantasma se extiende por mis costillas. Pero poco a poco voy volviendo a tener confianza mientras conduzco. Aunque siempre que hay la opción conduce Pablo, porque voy más cómoda, sin estrés, sin pensar. Y bueno, porque me encanta verle conducir.

Un paso másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora