Vestirme de blanco

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Vestirme de blanco unas semanas antes de que acabe el año es terminar el año liberándome de todo lo malo. De blanco porque he renacido, he encontrado la pureza de mi alma, evitando lo que la oscurecía. He tenido bastante este año, que al principio lo odiaba, con motivos, pero ahora le agradezco que me haya puesto a prueba y yo, que soy una luchadora, testaruda, puedo tropezarme miles de veces, pero las miles me levanto hasta no volver a caerme en ese mismo error.

Me siento como que he vuelto a nacer, o mejor dicho, he despertado. Y no me asusta ver cómo personas que quise no están. En esta versión no los quiero. No he luchado tanto ni sigo luchando para que intenten otra  vez hundirme. Aunque esta vez tengo las herramientas suficientes para saber pararlos.

Las personas que merecen estar en mi vida, sé quienes son. No permito entrar en mi vida a nadie del pasado, aunque se arrepientan, aunque lloren. 

Es momento de seguir adelante, como siempre hice aunque no lo veía, por eso sigo aquí, con mejor actitud y con las ideas más claras que ayer. Las cosas las haré por mí, nadie debe mandarme, aunque no lo vean bien, con que me haga sentir bien a mí, me basta. 

No pensaba terminar el año con este pensamiento. La verdad que no pensaba llegar. Tengo el poder de cambiar el rumbo a mi vida y con este pensamiento será menos complicado. 

Vestirme de blanco. Un color que antes no me gustaba tanto, pero que ahora tiene mucho sentido en mi vida.


Carmen Delia

Superación personal y cómo amarse a pesar de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora