Capítulo 30

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Pasaron los días, las semanas, hasta llegar la primavera. Luke venía casi siempre a mi casa, todos los días nos veíamos. Nos llevábamos genial, ya no era tan dominante, se podía decir que era incluso mi sumiso porque hacía todo lo que yo quería. Aunque siempre estaban ahí los momentos en los que teníamos pequeñas peleitas de nada.

-He traído esta película -me dijo-. Snow Buddies.

-¿Por qué esa película? ¿No es un poco infantil? Pensaba que traerías una algo más, para mayores.

-Anda, calla, que todavía soy un niño.

-Sí eres un niño rubio de ojos azules super adorable -le dije.

-Con pelos en los huevos -y dicho eso empezó a reírse.

Me mordí el labio para evitar la risa. Es que no se podía aguantar el comentario, obviamente. Luke puso la película y no paraba de decir lo bonitos y monos que eran esos perros. Yo asentía, la verdad es que me parecían super cuquis pero tener un perro... En un piso... Puede que no fuera una mala idea, ganas tenía de tener uno pero cabía la posibilidad de que a Luke no le hiciese gracia.

Terminó la película.

-¿Quieres que llame para que nos traigan la comida? Yo no tengo ganas de comer fuera ni de cocinar aquí.

-Yo puedo cocinar.

-Pero todo lo que haces te sale malo -me dijo.

-¿Qué has dicho?

-Qué cocinas mal -dijo y cerró los ojos esperando el impacto de uno de mis bofetones.

-Vale, si eso es lo que piensas ya no te pienso hacer ni un miserable café.

-Era broma -dijo pasando su brazo por mis hombros para arrimarme a él.

-¿Y cómo sé yo ahora si es verdad o mentira? -le pregunté de mal humor.

-¿Tú has visto que alguna vez yo pusiera mala cara al comer algo preparado por ti?

-Sí.

-Mentirosa, yo nunca lo he hecho, todo te sale bien.

-Pues tus muecas de asco no parecen decir lo mismo.

-Que yo nunca lo he hecho -insistió-, si eres super buena cocinando, yo jamás haría algo así.

Y nunca lo había hecho, nunca había puesto mala cara al comer algo que yo haya hecho, sólo me estaba quedando con él.

-Anda tonto, hay que ver como te lo crees -y me empecé a reír.

Luke me miró ofendido y se levantó del sofá. Enseguida el sentimiento de culpabilidad por haberle hecho sentir mal me vino al corazón. ¿Me había pasado?

Me levanté y le seguí, iba hacia la puerta.

-Luke, lo siento, no te enfades -le dije cogiéndole de la mano.

-¡Te lo has creído! -exclamó.

Mi rostro se volvió serio. Le pegué un pellizco en el brazo.

-¡Ay!

-Yo quiero lasaña -le dije y me volví al comedor.

A los pocos minutos Luke volvió, se suponía que ya había llamado con el móvil al restaurante para que nos trajesen la comida a domicilio.

-Vendrán en media hora, la justa para que sea la hora de comer.

-Vale.

Luke se sentó otra vez a mi lado, su pierna derecha no paraba de temblar. Lo miré extrañada.

Sexto Sentido ~Luke Hemmings~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora