Capítulo 43

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-¿Dónde dejo la cama de Lisa? -me preguntó Luke.

-Donde tú quieras, es tu casa -le dije.

-Pues en la terraza -dijo.

-No, ahí no, me da pena -le pedí.

Dejó la cama de Lisa al lado del sofá y yo la dejé recorrer la casa. Cuando viera al pingüino se volvería loca. Lo vería como un muñeco y querría jugad con él, pero Kevin, seguramente la vería como a una amenaza. Enseguida se empezaron a escuchar los ladridos de Lisa contra el cristal de la habitación del pingüino. Luke y yo fuimos allí, él la cogió y le tapó el morro con la mano.

-Mala -le dijo.

Volvimos al comedor y Luke cerró todas las puertas para que Lisa no pudiera salir de él. La dejó en el suelo y cogió una revista, empezó a hacerla pedazos. Luke miró como rompía la revista de coches en mil pedazos.

Suspiró y me miró.

-Hay pizza, pero solo hay una barbacoa de las grandes, tamaño familiar -me dijo.

-Vale, no pasa nada, pero compra las que me gustan más.

Salimos a la cocina y Luke metió la pizza al horno. Ya eran las nueve y media cuando la cena estuvo lista. Comimos en la cocina y hablamos de temas triviales. Daba gusto que ya todo hubiese pasado, rápido, pero mejor, ya no habían momentos de tensión o de miedo a que el otro hiciera algo al contrario. Luke se comportó muy bien conmigo, hablando tranquilamente y sin decir ninguna tontería que me hiciera daño. Después de que terminásemos de cenar fui a darle a Lisa sus croquetas. Luke limpió todo, él se ofreció a hacerlo y yo mientras me fui a su dormitorio a ponerme el pijama. En su casa se estaba la mar de bien a finales de primavera cuando el "sol" empieza a apretar con todas sus fuerzas, al estar la habitación del pingüino hacía que toda la casa se refrescase y era de agradecer en verano pero en invierno tiene fama de fría y ni si quiera se podía poner la calefacción lo suficiente alta como para no pasar frío.

-¿Vemos una película? -me preguntó Luke sentándose en el sofá.

-Me da igual -dije.

-Todas las que tengo ya las has visto, y en las películas que hay en Netflix... Hay demasiadas y no vas a saber cuál coger porque eres super indecisa.

-Pues elige tú -le dije sentándome a su lado.

-No tengo ganas -me dijo-. ¿Jugamos al ajedrez?

-Vale -le dije.

Luke se levantó y fue a su despacho. Trajo el tablero y una caja con las figuras. Lo dejó todo encima del sofá.

-Tú blancas -me dijo.

-No, yo negras -dije.

-Para ti las blancas.

-Quiero las negras.

-Pues vale, para ti las negras.

Pusimos cada figura en su casilla y Luke sacó su primer peón. Fuimos sacando figura tras figura, moviendo, matando, huyendo... El juego me estaba comiendo la cabeza, quería ganarle y él a mí. Luke no era tonto y yo tampoco. No había manera de hacerle un jaquemate y él no lo lograba hacer en mi contra. Él quería ganar y yo también. Movimos figuras y nada. Una y otra vez, intentado matar al adversario. Se estaba convirtiendo en una guerra sin fin, con principio pero sin un final marcado. Luke fruncía el ceño y yo me empecé a estresar. No aguantaba tanta tensión. No podía perder ante él. Tenía que perder Luke, la batalla la iba a ganar yo, porque me lo merecía, porque lo iba a lograr. Le mataría su reina y todos sus alfiles, sus torres y caballos, hasta dejarlo con simples peones a merced de mis caballos, mis torres, mis alfiles y mi reina.

Sexto Sentido ~Luke Hemmings~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora