Capítulo 1

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16 de abril de 2013.

Eran ya las doce y cuarto, mi amiga Nora y yo no parábamos de hablar en voz baja mientras la profesora de lengua hablaba sobre la comunicación y de cómo sería en el futuro.

-Oye -me dijo Nora en apenas un susurro. Ella se encontraba al lado mío-. ¿Vas a salir esta noche? -me preguntó. Era viernes y casi todos esos días salía con los amigos por la ciudad.

Le contesté que sí. Aunque nunca llegué a salir. Nunca más en la Tierra. No tenía ni idea de lo que me iba a ocurrir. Era totalmente imposible.

-... ¡cómo me gustaría ver cómo será la vida dentro de 50 años! -exclamó la profesora.

Me pasé todo el día dándole vueltas a lo que había dicho mi profesora de lengua. ¿Cómo sería? Tenía unas ganas tremendas de viajar al futuro y ver como era todo. Pero no podía. No existían máquinas así, y si las habían valdría un pastón viajar en una. Y sería un secreto.

***

Todo el día fue normal hasta que el reloj de la cocina donde nos encontrábamos mi madre y yo tocó las 21:30, un dolor atroz se adentró en mi cerebro. Caí de rodillas al suelo gritando de dolor. La cabeza me bombeaba. Sentía el latir de mi corazón. La sangre fluir por mi cuerpo. El contraerse de mis pulmones. El olor al oxígeno y demás gases del aire. Mi madre se arrodilló preocupada.

-¡Qué te pasa, Helena! -me decía. Cerré los ojos y me desmayé.

Y esa fue la última vez que vi a mí madre, estuve en mi casa, oí el tictac del reloj de la cocina... Y todo cambió.

***

Abrí los ojos, estaba totalmente desorientada. Miré a todos lados. Estaba en una habitación gris y blanca con mucha luminosidad. Me levanté de la cama y fui andando descalza por encima de la moqueta. Yo vestía con unos pantalones grises ajustados y un suéter gris también. ¿Quién me había cambiado la ropa? ¿Qué hacía allí? Intenté recordad que estuve haciendo antes de quedarme dormida. Me acordé de que estaba en la cocina de mi casa con mi madre cuando un dolor de cabeza hizo que me desmayara, a partir de eso ya no recordaba más. Me senté en la cama y me pasé las manos por el pelo. Olía a fruta, no a la vainilla de mi champú.

La puerta de la habitación se abrió y entró una mujer mayor rubia.

-Hola, cariño -dijo ella sentándose al lado mío. Tenía un acento, pero estaba demasiado confusa como para fijarme más en él-. ¿Cómo te encuentras? -me preguntó. La mujer era una extraña para mí. Asentí y ella sacó de debajo de la cama unas deportivas. Me las puse.

-¿Quién eres? -le pregunté a la rubia.

-Liz -me dijo sonriente.

-¿Qué hago aquí? ¿Y mi familia? -le pregunté. Quería bombearla con preguntas, pero decidí ser paciente para que la mujer me explicara las cosas mejor.

-Yo no te puedo contestar a todo eso, pequeña -me dijo tranquila. Se levantó y dijo-: Ven, sígueme, hay más gente como tú que necesita resolver esas preguntas.

No sé por qué Liz me transmitía seguridad. Era una mujer simpática y agradable. La seguí. Salimos de la habitación y pude ver a más niños y niñas como yo. Por entonces yo tenía 14 años. Todos aquellos niños iban acompañados de un adulto como yo con Liz. Todos los niños y niñas llevábamos la misma ropa, mientras que los adultos que nos acompañaban iban vestidos con ropa normal. Liz llevaba unos pantalones negros con unos tacones y una camiseta blanca de manga corta.

Seguimos andando acompañadas de todos los niños y adultos por todo un gran pasillo. Mis ojos examinaban a todos los rostros. Habían asiáticos, europeos... Todos éramos de sitios diferentes.

Sexto Sentido ~Luke Hemmings~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora