Capítulo 22

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Volví a abrir el grifo e introduje la mano. Del agua salía vapor que me indicaba que estaba caliente pero yo no la notaba así, la notaba normal. Puse el agua templada, que no la notase caliente no significaba que no me haciese daño. Era como si no tuviese los termorreceptores de la piel.

Cuando me duché y me vestí fui directa a la habitación de cristal. Debía de notar el frío que hacía en esa habitación, la temperatura de allí era mucho más baja, ¡la tenía que notar sí o sí!

Abrí la puerta y entré de golpe. No noté nada, absolutamente nada. Ni el cambio de temperatura.

El pingüino me miró desde el fondo de la habitación estaba comiendo un pez a la vez que me clavaba los ojos. Cogí nieve del suelo, no la notaba fría.
Mis termorreceptores no funcionaban. Me dejé caer de culo en la nieve y empecé a llorar. ¿Por qué me estaba pasando eso? ¿Era algo normal? Yo no lo veía normal, más bien lo veía como una cosa mala. Si no sentía frío podía morir congelada sin darme cuenta, podría quemarme con algo totalmente helado o una llama de fuego y no sentirlo.

¿Era eso lo que estaba sospechando Luke? Alomejor él nunca había puesto la calefacción y por eso me había preguntado que si la notaba, para saber si estaba perdiendo los termorreceptores.

El pingüino vino a mi lado con un pez en el pico y me lo dejo al lado mío. Me hizo gestos con la cabeza para que lo cogiera, lo cogí y lo miré, no me lo iba a comer pero sonreí. Kevin era muy adorable dándome un pez para que me sintiera mejor. Esa seguramente sería su filosofía: los peces traen la felicidad. Le di el pescado al pingüino y se lo comió de una, acaricié su cabecita, era muy suave.

Me quedé casi toda la mañana jugando con el pingüino, más de una vez estuve a punto de caerme en la piscina que había en el cuarto de cristal. Ese pingüino era muy divertido. Al final me salí del cuarto bastante cansada, ya quedaba poco tiempo para que Luke llegara e irnos a comer.

Me lavé las manos en el baño y decidí explorar la casa. Primero empecé por el comedor o sala de estar, como queráis llamarlo. Era soso y ya lo tenia visto, solo que iba a contemplarlo a fondo. No es que fuera a registrárselo...

Abrí un cajón del mueble y me encontré con un montón de libros. Estaban puestos de manera que se vieran solo los lomos de ellos y ordenados alfabéticamente. Deberían de haber como más de 20 libros ahí dentro. Abrí otro cajón y me vista fue directa al libro "El corredor del laberinto". Me lo había leído y no me había gustado mucho. Me lo recomendó Axel y a él tampoco es que le hubiese cautivado pero creyó que a mí sí me gustaría, se equivocó.

Quise buscar por los cajones del despacho de Luke que estaba en la planta de arriba pero me contuve. Me hubiese gustado encontrarme con algo relacionado al sexto sentido, como un libro en proceso que explicara cosas sobre las personas que lo desarrollan y más cosas del estilo como su comportamiento, etc.

***

Al fin escuché como se abría la puerta desde el sofá. Luke al fin había llegado y casi blinco del sofá al verlo entrar en la casa.

-¿Se podría decir que estabas ansiosa por que yo llegase? -preguntó entrando en el comedor.

Me levanté del sofá y nos miramos a un metro de distancia. Quería lanzarme a sus brazos y darle un beso de bienvenida pero, cómo no, no lo hice.

-Qué frío hace aquí -dijo frotándose los brazos.

Frío, pensé. Se lo tenía que decir, debía contarle lo que me estaba pasando, arriesgarme a que fuera algo malo y a que a la larga empeorase sería peor.

-Luke, no noto el frío, ni el calor -dije con voz temblorosa.

Luke sonrió restándole importancia y parecía contento por su expresión. Me extrañé de ello.

Sexto Sentido ~Luke Hemmings~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora