Sin embargo, antes de que lo hiciera Angélica acepto de inmediato aunque le diera terror volar con él. Nunca en su vida había abordado un avión o algo que vuele por los aires.
—Iré con usted.
Renzo hundió sus labios al interior de su boca para no dejar ver su sonrisa triunfal.
—Entonces vamos...
Extendió su brazo para que ella fuera por delante e ir detras. Posteriormente la ayudó a subir a la avioneta. Él podía sentir el nerviosismo latente en ella, su cara palida y sus dedos engarrotados la exponian.
Renzo tomo su lugar cómo piloto, Angélica lo acompañaba por un lado en el asiento del copiloto. Él antes de encender el motor se abrocho los cinturones de seguridad. Y cuando ya estaba a punto de ponerse en marcha se giro a ver a Angélica, entonces noto que ella aún permanecía nerviosa con su brazos ocupados rodeando con fuerza su carpeta, estaba tan nerviosa tanto que ni siquiera se había abrochado su cinturón.
—Debe abrocharse el cinturón. Sabe, me gusta aplicar diferentes maniobras en el aire, y si no se abrocha el cinturón, seguro no permanecerá en ese asiento y saldrá volando, pero fuera de la avioneta... —le afirmo Renzo fijando su mirada en ella.
—Ay Dios —rapido salió de su trance al escuchar la voz grave de Renzo y su afirmación peligrosa. De inmediato dejo la carpeta de lado y tomó el cinturón, pero ciertamente no sabía cómo ajustarlo.
Renzo al ver que se le estaba dificultando abrocharse el cinturón, sin pensarlo tomó la delantera ayudandole a hacerlo. Estaba tan cerca de ella, de su rostro, que Angélica podía percibír sus pulsaciones de su pecho acelerado. ¿Acaso él podía escuchar también su ritmo cardíaco? ¿O era que ella tenía muy buena audición? Si era así, la vergüenza se la estaba comiendo viva, porque su corazón estaba latiendo más de lo normal, y la razón era él que la ponia en ese estado. Quería controlar sus sentidos, sin embargo le estaba siendo imposible cuando él rozaba con sus grandes manos a tu torso. Sus mejillas seguro estaban pintadas en rojo.
Renzo terminó de abrocharle el cinturón y también el de él. Así finalmente puso el motor en marcha dirigiendose a la pista de despegue. La avioneta ya estaba tomando poco a poco velocidad.
—Tranquila, estás conmigo. Abre los ojos, no queras perderte ésto.
Angélica abrió los ojos de golpe y se topo con una cara sonriente y unos ojos que miraban hacía al frente con anhelo. La avioneta fue abandonando la pista elevandose en el aire, en ese momento Angélica sintió sudores fríos, falta de sueño, cosquillas en el estómago, latidos acelerados y muchas, muchas ganas de gritar… una de las sensaciones más increíbles de las que alguna vez hubiera podido experimentar en toda su existencia. Su sonrisa enorme no cabía en su rostro, aunque sí, acompañada todavía con un poco de terror en su pecho.
Él al mirar sus expresiones pudo darse cuenta que su nerviosismo no solamente se debía por que estuviese con él, sino que también era porque esta era la primera vez de ella en un viaje en los aires. Entonces no pudo dejar de contemplarla, su reacción. Le hacía vibrar raramente algo desconocido. Verla lo hacía revivir su primera experiencia volando en los aires. Le llenaba de satisfacción a cada célula de su cuerpo.
—Es tu primer viaje en los cielos verdad.
En ese punto la avioneta ya había tomado una gran altura en los aires.
—Sí, ¿cómo lo sabes? No lo mencioné.
Él arqueo una sonrisa complacido.
—Conozco esa sensación, la que tienes dibujada en tu rostro. A todos nos pasa cuando volamos por primera vez.
Angélica agudizó un silencio girando su vista al gran paisaje de dónde sobrevolavan; una gran extensión de areas verdes y pendientes montañosas con diferentes cruces de rios.
—Esto se siente... No sé cómo describirlo —expreso Angélica sintiendo un nudo en la garganta por el extasis de su emoción. Contemplaba la vista con una sonrisa genuina, que para Renzo esa sonrisa irradiaba un brillo especial y lo hacía estar emocionado.
—Para mí volar es sinónimo de libertad. La palabra libertad es la más cercana a lo que siento cada vez que vuelo... —confeso Renzo. Las palabras le salieron sin siquiera planearlo.
Angélica posó su mirada en él y no pudo evitar admirarlo.
—Me he estado perdiendo mucho de la vida entonces...
Dijo Angélica apenas en un hilo de voz, pero lo suficiente alto para robar la atención de él. Renzo frunció un poco el ceño tratando de descifrar sus palabras. Sin embargo, al final dejo de lado ese cuestionamiento.
—No sabes cuánto. Pero esto solo ha sido el principio... —le dijo con una gran sonrisa— Ahora conoceras una sensación magica.
Ella no supo a que se refería hasta que él hizo que ella tomara el mando, al principio dudo, pero los ojos de él le transmitieron la seguridad suficiente para atreverse a hacerlo. En sus manos tenía el control de la nave, del rumbo, de sus alas. Ya podía entender cuando Renzo decía que "libertad" era lo más cercano a lo que sentía al volar. No había obstáculos en el cielo, no había semaforos, autos, choques, señalamientos que la obligarán a parar o cambiar la dirección a donde ella quería ir. Por primera vez, realmente estaba experimentando la sensación de libertad.
Minutos más Renzo volvió a tomar el mando. Esta vez no se contuvo, aplicó diferentes maniobras ladeando la nave haciendo que los dos perdieran el estado de reposo de sus cuerpos "equilibrio". La sangre subía con fluidez a sus caras y la adrenalina palpitaba con intensidad por sus venas. Angélica ya no pudo contener la tensión que tenía el pecho, gritó lo más fuerte que pudo dejando escapar todo lo que sentía.
—¡Ahhhh! —grito, no de miedo, sino de la alegría que no le cabia en el pecho. Ella en un instinto de supervivencia estrecho con fuerza el bíceps del brazo de él. Renzo agrando los ojos por la sorpresa, con ello sintió un vibrato en su pecho.
Poco después los dos empezaron a reir a carcajadas dejando sus mejillas sonrojadas.
A Renzo le daba vida compartir una emoción con ella así, nunca antes le había pasado algo similar. Algo extraño, cómo conectarse de una forma astral con otra persona, le pareció irreal.
El recorrido terminó aterrizando en la pista.
Los dos salieron de la avioneta, Angélica lentamente fue apaciguando todas esas emociones locas, entrando a la realidad. Sin embargo cuándo él le pregunto algo, de nuevo se sintió en otra realidad.
—¿Quieres venir a comer conmigo? Te invito a mi hacienda...
Continuará...
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...