El estado de salud de Angélica era realmente grave, había perdido mucha sangre gracias a la herida de bala. Fue operada de emergencia, al salir de la operación estuvo sedada por tres días. Su cuerpo no mostraba signos de recuperación, parecía como si se hubiera estado dejando morir, pero poco antes de despertar, en un sueño profundo aparecieron recuerdos vagos, muy confusos, que le eran difíciles de distinguir, en el sueño creyó que se trataba de una pesadilla; sin embargo, dolorosamente era un recuerdo de algo sí sucedido.
«Antes de eso, no recuerdo mucho. Únicamente que mi cuñado llegó de visita a casa mientras Gustavo estaba en un viaje de trabajo, él había ido porque se sentía devastado, ya que su esposa había tenido un aborto espontáneo, yo estúpidamente lo consolé, aunque no era madre, aun así me conmovía su dolor, tal vez se apoyó en mí al no estar su hermano, pensé. Pero que tan fácil le fue meterlo en mí, así como si nada. En algún momento ya estaba en aquella cama con mi cuñado encima.
Sentía su boca chupando mis pechos, (me daba ñáñaras tan horrible sensación) mientras yo estaba tumbada en la cama, quería empujarlo, pero aunque tenía los ojos abiertos, no podía moverme, no tenía fuerza. Solo veía el cómo él poco a poco se iba deshaciendo de mi ropa, y por último de mis bragas, quería gritar que no, pero mi voz no salía de mí. Todo lo que pude hacer fue dar un pujido de dolor, me estaban penetrando. Estaba siendo tocada sin quererlo, sentía impotencia, pánico y miedo, y más que nada asco, rabia, porque esa cruda sensación queriendo cerrar mis piernas y que aun así fue inútil me desbordó.
Fue la manera más humillante con la que me trataron, se apoderaron de mí cómo un simple objeto, como si eso fuera cualquier cosa sin importancia. Me usaron peor que un trapo viejo.
No solo tentaron en contra de mi cuerpo, sino también contra mi alma, desde ese día algo se quebró en mí, nada volvió a sentirse igual. Los rastros amargos quedaron depositados en mi interior, que, a pesar de su inexistencia en mi mente, no se borraron de la memoria de mi ser. Por eso no sentía nada con Gustavo al hacerlo, el sexo me había dejado de satisfacer. No sé si lo olvide por la protección cerebral que bloqueó o apartó ese trauma, o fue debido por alguna sustancia».
Al despertar, Angélica tenía una mirada fría, desenfocada, pero en ella se reflejaba el odio y el resentimiento. Una lágrima de impotencia se corrió por su mejilla.
Poco después, al pedir un teléfono prestado a una enfermera, llamó a su madre, suplicaba que respondiera; sin embargo, no hubo respuesta, eso solamente significaba que ya estaba muerta. En un momento a otro perdió la cordura y se levantó de la cama arrancandose la aguja de sus venas provocando que se salpicara con su sangre, gritó y se tomó de los cabellos alterada. Ante tal bullicio apareció el médico, Fabrizio. Él trató de calmarla, ella estaba en una esquina arrinconada con el rostro totalmente rojo y cubierto de lágrimas.
—Ven Angélica, todo estará bien —le dijo Fabrizio con voz suave.
—Ya no quiero estar dormida. Debo recuperar a mi hijo…
—Y lo harás, pero primero debes terminar de recuperarte. Ven por favor —le extendió su mano y la ayudó a llegar a la cama.
—¿Por qué tenía que recordar ahora? ¿Por qué no tan sólo pude seguir olvidándolo? —su voz se quebraba con cada palabra.
Fabrizio se quedó perplejo, no sabía a qué se refería.
—Me violó, ese imbécil lo hizo y me trató cómo sólo un pedazo de carne. Y todavía le decía a Gustavo que era una puta, claro porque él me había tratado cómo una puta —ella se volvió a desbordar en llanto—. Quiero que muera.
Él permaneció en silencio, no tenía idea de qué decir, únicamente miraba hacia el expediente mientras lo apretaba con fuerza y desenfocaba la vista perdido en sus propios pensamientos.
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...