En la noche Angélica realizó una llamada, a su maravilloso cuñado. El número de teléfono lo consiguió gracias al equipo de investigadores de la mafia de Renzo.
Al primer timbre fue contestada la llamada.
—Veo que esperabas mi llamada cuñadito. Debes lamentarte por no lograr matarme.
«Te prefiero muerta, antes de que te montes a otro», pensó Javier.
—Así cómo tú te lamentas de no haber logrado matar a mi hermano.
—¡No murió! Uhg, que lastima.
—¿Dónde está mi madre? —preguntó con voz seca.
Ella exhaló brevemente.
—Escucha muy bien lo que te voy a decir idiota, tráeme a mi hijo o mato a tu madre.
—No te atreverías —dijo en tono amenazante.
—¿En serio eso crees? Yo no tengo nada que perder con quitarle la vida a tu madre, sé que igual NO MATARAS A NUESTRO HIJO —Javier, al escuchar esto se le bajó la presión—, igualmente ya me lo quitaste, y todo lo que amaba, no tengo nada que perder, en cambio, tú y tu hermano perderán a su querida madre.
Él apretó los puños impotente, pero luego en su pecho se mezcló una brisa entre enojo y gozo.
—Sí, nuestro hijo, tuyo y mío —estaba gozando demasiado en decir esto abiertamente.
—Maldito cerdo violador —pronunció junto con náuseas.
Al fondo de la llamada Angélica pudo escuchar cómo él se retiró de algún espacio cerrado y luego se paró en algún lugar al aire libre.
—¿Violador? Yo sólo tomé lo que era mío. Siempre debiste ser solo para mí, pero te empeñaste en seguir con el golpeador de mi hermano...
—Algo que tú provocaste... —expresó llena de rabia.
—Reconozco que lo manipule, pero no fui yo quien le dijo que te golpeara como un hijo de puta, y tampoco fui yo quien paso por alto tantos golpes y humillaciones por ese estúpido concepto de moral. Tú sencillamente te hubieras podido evitar todo ese sufrimiento porque simplemente yo habría matado a mi hermano si me lo hubieras pedido, habría hecho todo por ti, pero preferiste mantener tu estúpido orgullo de mujer.
—¡Ja! No me hagas reir, aceptar ser la otra, y amar a mi violador. ¡Estás enfermo! Primero muerta, y comprobado está.
—Lo sé porque al final, en lugar de buscarme a mí, elegiste ser mi enemiga.
—Exacto, y les cobraré la sangre, gota por gota. Así que ponte fecha para entregarme a Axel, porque me temo que en un arranque me cobré madre por madre. Y al final también vaya por tu hija y esposa y me cobré hijo por hijo —dijo desafiante—, cómo verás tú tienes todas las de perder.
—Pero aún me queda a mí a alguien por quien matarte —dijo refiriéndose a Renzo—, ese estúpido italiano. Así que no me amenaces.
—Antes te mato primero sin importar que seas el padre de mi hijo. Nos vemos pronto —escupió con furia y luego colgó. Sin poderlo detener, soltó un gran llanto ahogado. Ya no podía seguir siendo fuerte.
Pero cuándo miró a Renzo detrás de la puerta, alivió el escozor de su garganta y limpió sus lágrimas, ¿había escuchado todo?
—¿Él es el padre de Axel?
—Sí. ¿Tú ya lo sospechabas? —preguntó al recordar todas esas veces que Renzo le hacía preguntas raras sobre la relación de Axel y Javier. Todas las señales estaban allí, el lunar en el brazo, el trato tan especial que Javier tenía con Axel, el ser tan obsesionado con ella.
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...