En la esquina de una calle estaba el lugar de encuentro dónde Renzo y Angélica acordaron verse.
Después de lidiar con la amarga aparición de su cuñado, Angélica camino a zancadas hasta el lugar, ya se había retrasado demasiado, cómo siempre haciendo esperar al hombre, se sentía pésimo por ello.
Ya estando cerca cuido que nadie la siguiera o la reconociera.
A unos pocos metros Angélica observó a Renzo de pie recargado en su vehículo, ese traje ceñido al cuerpo que llevaba puesto le definía muy bien su torso de V, y que por su parte los pantalones del traje hacían resaltar a los músculos tonificados de sus largas piernas cruzadas.
«Monumento de hombre, vaya» Un suspiro volcó en el pecho de Angélica.
Apenas ella llegó a él, Renzo recobró su postura erguida y arqueó una leve sonrisa retorcida.
—Perdon por hacerte esperar —solo pudo decir eso Angélica, esa tensión que sentía al solo tenerlo a un metro de cerca, le ocasionaba una frigidez en todas sus extremidades.
—Descuida.
—¿Podemos hablar con más discreción? —señaló el vehículo.
—Por supuesto, hablemos en privado —contestó Renzo. Él se giro para abrirle la puerta.
En otro minuto los dos ya estaban dentro de la camioneta en la parte trasera junto con un silencio abrumador, ninguno de los dos sabía que decir exactamente.
—Supongo que no hay nada que decir, nuestra situación no ha cambiado —dijo Angélica. Por más que lo deseara y extrañara, las cosas eran así—, esté encuentro está siendo en vano.
¿Que era lo que quería?, se preguntaba Angélica, sabía que una relación de amantes no era lo que él buscaba y también sabía que era algo que no cambiaría, ¿entonces cuál era su motivo de querer verla? Esté encuentro era algo sin sentido.
Él sonrió e hizo ese gesto tan particular levantando una ceja y bajandola rápidamente.
—Es correcto, sé perfecto que nuestra situación no cambiará, ya lo comprendí. Pero no pedí verte en vano, y si hay mucho que decir...
—¿Entonces?
—Angélica... Quiero seguir viendote.
—No entiendo porque lo quieres. Sabes que yo no me divorciaré, que no seré solamente para ti cómo deseas. Sé que tu esperas más que sexo, esperas que comparta una vida que yo ya le entregué a alguien más. Nunca podremos ser más que amantes, y eso es algo que tu no aceptaras. Es imposi...
—Esta bien —la interrumpió a media palabra—. Ya no me seguire creando expectativas, solo seré tu amante nada más. No te reprochare nada, lo que quieras o puedas compartir de tu vida conmigo, para mí eso me bastará.
—No sé, ya has dicho ésto antes. No sé si creerte porque sé que cuándo ésto para ti vuelva a ser frustrante, el esperarme que es agotador, me temo que acabé peor y nos odiemos. No quiero eso. Y además sabemos que de todos modos terminara, y dolerá todavía más.
«Y dolerá más para mí, por qué tú tendrás la posibilidad de encontrar a alguien más y olvidarme, en cambio yo seguiré encadenada a un matrimonio dónde ya no hay nada y no tendré la posibilidad de olvidarte», razonó Angélica en lo oculto de su alma.
—Soy consciente de que en algún momento te volverás a alejar y dejarás de verme, pero —a esto fijó su mirada en ella y tomó sus manos— por favor te pido que eso no sea ahora, te amo Angélica, tan solo dame un poco más. No importa si te veo una vez al mes o si tan solo nos vemos una vez al año para amarte, incluso si en el futuro no nos volvemos a encontrar, no importa, porque este instante es suficiente el amor que siento por ti, sera infinito que alcanzará para alegrarme toda mi existencia, y con eso me basta.
—Renzo —pronunció su nombre con la voz quebrada y los ojos llorosos—, ¿cómo puedes amarme aún después de que no te doy todo lo que necesitas y todo el dolor que has tenido a mi lado?
Él negó sereno con la cabeza.
—Yo acepté ese riesgo porque con nadie más podré compartir un sentimiento así y creó que es mejor amar aunque sea una vez, a nunca sentir nada por miedo a sufrir. Y no necesito algo más para amarte... Y aunque sufra aún más, aún así dejame esperarte. Sólo vuelve a mí Angélica. Dejame sufrir por tu amor, te lo ruego.
Renzo tenía la posibilidad de regresar a su país y atenuar su dolor, y no seguirlo haciendo más grande. Sin embargo prefería alargar su dolor que abandonar a Angélica con el suyo. No se iría hasta no asegurarse que ella fuera libre.
Ella ya no se pudo contener con semejante declaración de amor y se abalanzó hacia él rodeandolo por el cuello con sus brazos.
—Renzo yo también te amo. Por eso perdoname... —y rompió en llanto—. Sé que te debo dar asco...
—¿Que dices? ¿Perdonarte que? ¿Asco de qué? No te entiendo —le preguntaba mientras acariciaba detrás de su nuca con serenidad.
—Por haber estado con Gustavo, eso te causó asco, pero te juro que fue la única vez desdé que te conocí que estuve con él. Perdoname por no respetar estos sentimientos. Pero yo te aseguro que estoy limpia, me cuidé para protegerte...
—Basta Angélica, no hace falta que lo expliques —le dijo tomando su barbilla y mirándola directo a los ojos—, confío en ti. Y no, nunca sentiría asco por la mujer que amo.
—¿Entonces por qué te molestaste al saber que estuve con Gustavo?
—En absoluto era asco, sino celos. Estaba sumamente celoso, fue por eso que actúe así.
—Yo creí...
—Mi amor antes de demostrarte lo tan equivocada que has estado, quiero que te enteres de que; Tu, desdé que llegaste a mi vida, has sido mi unica mujer. Y no me importa si yo no soy el unico para ti, tu seguirás siendo la única en mi vida. Siempre te estaré esperando...
Él acortó las palabras para darle sutiles besos en las mejillas, después se fue acercando a las comisuras de sus labios para profundizar en un sofocador beso que los hundia en un infinito calor de lujuria.
Renzo la tumbó hacia el amplio asiento trasero de su camioneta. Agradeció que fuera espaciosa para poder hacer lo que tenía pensado en hacerle a Angélica.
Interpuso su cara entre sus dos piernas y colocó sus piernas en los hombros mientras le subía la falda hacia sus caderas, otra cosa que agradecía es que llevará falda.
—¡Que haces! —le preguntó horrorizada Angélica al suponer lo que quería hacerle— ¡Estamos en tu camioneta en una zona publica!
—Es polarizada y blindada, nadie tendrá la posibilidad de saber lo que te haré.
—No es necesa... —la mente se le quedó en blanco al sentir el filo de sus dientes encajarsele en la carne de su intimidad que aún permaneciá con sus bragas color rosa puestas— ¡Aj!
—Te dejaré claro que nunca te he tenido asco, no volveras a creer eso.
Sin otra cosa que decir él continúo y ella siguió dejándose llevar por sus besos...
«Quisiera haberte respondido que quiero que seas mi único hombre de ahora en adelante... Pero no puedo, porque no sé hasta cuándo podré cumplirlo»
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...