Todo había terminado, sus alas volvían abrirse teniendo autonomía de ir a dónde quisiera ir, ya no había nada que la atara. Por fin dejaba de sentir esa opresión en el pecho, la preocupación de pisar en falso. Angélica recuperaba su esencia.
Pero con ello también teniendo que enfrentar sus propios traumas, no le era fácil dejar todo atrás, durante días se mantuvo encerrada en una habitación; los recuerdos de Javier ultrajándola, las golpizas de Gustavo, el llanto de su hijo presenciando todo, la muerte de su madre, todo eso para ella difícil de superar.
Mientras tanto, desde el primer día que llegaron a la hacienda, Renzo cuidó de Axel, y en el primer día al desayunar juntos en la mesa solos, el niño permanecía con el rostro apagado, solo picoteaba la comida, Renzo lo observaba apacible.
—¿No te gusta? —le preguntó Renzo.
—No tengo hambre —dijo sutilmente Axel y bajó la mirada, luego entrelazó los dedos nervioso y titubeó algunos quejidos como queriendo decir algo.
Renzo por un segundo frunció el ceño desconcertado.
—Puedes decirme cualquier cosa, tranquilo.
El niño al escuchar aquello apretó los labios y después levantó la mirada y la fijó en Renzo.
—¿Tú eres el novio de mamá, verdad? —habló con tanta seriedad que asustó a Renzo, además su mirada profunda lo estremecía, pasó grueso.
—Ah, mmm. —«¿Qué le puedo decir?», se preguntó en sus adentros—. Bueno, tu mamá y yo...
No terminó de hablar cuando Axel lo interrumpió.
—Solo no la trates como papá y hazla reír mucho —por supuesto, el niño no era tonto, entendía perfectamente.
El corazón de Renzo se estremeció, no sabía que sintió, si nostalgia o emoción, pero una realidad era cierta, Axel también había pasado por mucho al ver a su madre sufrir. Su corazón se sintió roto al verlo. Renzo respiró hondo.
—Nunca más tu mamá tendrá razones para estar triste, y tampoco tú —proclamó Renzo con tanta seguridad, sus palabras y su firmeza al hablar convencieron al niño provocando que sonriera de oreja a oreja agradecido.
Poco después Renzo le mostró la hacienda, y durante esos días que Angélica permanecía aislada, Renzo y Axel disfrutaban juntos, por ejemplo; yendo a caballo, alimentando a los animales, conociendo a los trabajadores y las funciones de la hacienda. Por último, en ese último día que Angélica y Renzo se vieron, él llevó a Axel a volar como se lo había prometido. Axel sonreía y su corazón de niño no podía estar más contento entre las nubes, sintió tanta emoción que un momento de adrenalina le dijo a Renzo que de grande quería ser piloto como él, y uff, Renzo se «chivió» como nunca, la emoción en su pecho casi lo hacía explotar.
—Cuando vayas a Italia te presentaré a tu tío Fabri... —de inmediato se le acortaron las palabras, ese vacío cada vez se le hacía más presente—, bien, te digo cuando vayas te presentaré a algunos amigos pilotos.
—¿Fabri?
—Él era un gran amigo, no era piloto, pero sí un buen compañero.
—Ahh. Seguro era divertido como tú.
—Algo así...
Al bajar de la avioneta se toparon con Angélica, ella le pidió amablemente a una empleada que se llevará a Axel, por supuesto, después de darle un caluroso abrazo y beso.
Al estar solos en medio de la pista, ella bajó la mirada apenada y frotó uno de sus codos. Pero él, sin necesidad de que ella hablara, podía ver claramente a través de ella.
—No te preocupes, yo te entenderé —expresó con una cálida sonrisa.
—Renzo yoo... Vengó de una relación muy dañina que me dejó muchas heridas e inseguridades, no sé si soy apta para una relación o para amar a alguien, para eso necesito tiempo para amarme y conocerme, quiero ser una persona completa para no robarte la tuya, no quiero eso. No puedo amarte en este momento —su voz se quebraba—, ahora sanaré a mi alma antes de cualquier cosa, será mi prioridad. Solo hasta entonces podré amar de verdad.
Ella al levantar la mirada se encontró a unos ojos llenos de amor, él extendió sus dos manos y tomó sus mejillas con suavidad.
—Estés conmigo o no, es lo menos importante para mí, lo que realmente me ha interesado es que tú seas feliz y tengas tu libertad Angélica.
Los labios de Angélica y su barbilla se estrecharon, quería llorar.
Ellos posteriormente se abrazaron y sus lágrimas se corrieron.
A los días, Angélica partió a la ciudad con su hijo, comenzando una nueva vida, una dónde ella era completamente libre. Volvió a su trabajo con el señor Octavio y tomó terapia psicológica para tratar de sanar.
Por su parte Renzo entregó la hacienda como lo había prometido y regresó a Italia y retomó el mando de sus empresas, volviendo a hacer el CEO exitoso sin mayores problemas, él también se trató con un especialista, tenía heridas profundas porque sanar.
Los dos continuaron así normalmente con sus vidas. Él concentrándose en su corporación y ella trabajando y viajando sin ataduras junto a su hijo, la felicidad rebozaban en cada uno de sus días.
Angélica
«Necesitaba estar sola para poder conocerme a mí misma, amarme y entender que tipo de persona era. Quería una relación madura, no llena de violencia y toxicidad, y yo todavía no estaba lista para esa evolución. Aún sigo sanando»...
ESTÁS LEYENDO
Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...